El día 13 del viaje por Bretaña y Normandía nos íbamos a adentrar en la Normandía de la II Guerra Mundial. Lo íbamos a hacer en diferentes lugares, todos ellos cargado de historia. No de esa historia que te llena de fé en la humanidad, pero sí de la que te hace pensar.
El día anterior, habíamos tenido un ligero contacto con ella, pero aquel día sería definitivo para sumergirnos de lleno en ella.
De momento, cuando suena el despertador, donde nos sumergimos es bajo las sábanas. Inconscientemente, nos damos media vuelta y se nos echa la hora encima con respecto a la que dijimos a la anfitriona del alojamiento de Bayeux que bajaríamos a desayunar. Con los pocos alojamientos que pillamos con desayuno no podíamos dejar pasar la oportunidad de perdernos este. Así que, de golpe, dimos un respingo y nos vestimos, ya nos ducharíamos después de desayunar. Bizcocho, queso, zumo de frutas natural…
Tras ducharnos, nos preparamos para salir camino a la Batería Militar de Azeville, a unos 45 km. de Bayeux.
Esta zona de Normandía tiene varias baterías militares visitables. Nosotros elegimos esta por haber leído buenas referencias sobre ella en cuanto a su visita. Y ya os anticipamos que nos encantó, probablemente, de las mejores audioguías de las que hemos disfrutado en nuestras visitas turísticas en general.
Abre a las 10 de la mañana y nosotros llegaríamos a las 10.15, no había prácticamente nadie. El precio de la entrada es de 6,50 euros persona (con la audioguía incluída), se visita por libre y fue super interesante.
Las baterías se encuentran comunicadas por largas y estrechas galerías de hormigón que durante metros se pueden recorrer. Si a algún claustrofóbico se le están poniendo los pelos como escarpias solo de pensarlo, decir que no es especialmente agobiante (nosotros no tenemos claustrofobia) y que, por si acaso, cuenta con algunas salidas de emergencia por si se necesita.
Las galerias dan paso a diferentes estancias, se encuentran vacías, algunas con carteles informativos, otras con restos de lo que hubo, tomas de comunicaciones, los enganches de las literas, los bunkers. La audioguía es exhaustiva y permite obtener muchísima información en cada lugar de qué ocurría y había en cada lugar.
Si algo nos gustó de la visita es que no se limitó exclusivamente a los ataques bélicos, sino que nos adentra en la historia de la batería, del desembarco, en la obra de ingeniería y en la repercusión con el pueblo. Como curiosidad, en la batería no vivían los soldados de forma permanente, hacían noche los que estaban de guardia, y el resto lo hacía en el pueblo. Aún así, en la Batería de Azeville se llegó a construir una piscina para el disfrute y distracción de los soldados.
Impacta la visita en su conjunto, creo que, hasta que uno no está dentro de un lugar así, no puede imaginarse la dimensión de muchas cosas.
La visita puede llevar fácilmente más de una hora, en nuestro caso fueron dos horas, tiene unos puntos básicos la audioguía y luego extensiones para ampliar información, y es que apetece escucharlo todo. Además, es un lugar en el que, al menos a primera hora, estás totalmente solo. Para nosotros, muy, muy recomendable, de verdad.
A mediodía salimos de allí, nuestro itinerario continúa yendo hacia la Playa de Utah. Vamos a hacer paradas en algunas de las playas más emblemáticas relacionadas con el Desembarco de Normandía, el Día D.
La Playa de Utah está a tan solo 10 kilómetros de la Batería de Azeville. Antes de llegar al punto en el que se encuentran el Memorial y su famoso museo, hacemos varias paradas en el camino. Es fácil ver repartidas banderas de los países beligerantes por todo el recorrido. No tiene mucha pérdida seguir la ruta de la costa, está marcada con unos carteles blancos con una especie de gaviota blanca y azul.
La ofensiva en esta playa fue de la que menos bajas ocasionó debido a que, por el humo de los bombardeos, al final, los americanos desembarcaron más alejados del punto previsto.
Llegamos al memorial principal, donde está el museo, a las 13:30. No teníamos intención de visitarlo, íbamos aún emocionados con la visita previa a la Batería de Azeville. Vimos un puesto de bocadillos y aparcamos al lado, ponía que solo era para clientes, nos sentimos identificados como futuros clientes, así que ahí se quedó el coche.
Antes de nada dimos una vuelta por la zona, casi en cualquier punto se encuentran referencias al Desembarco de Normandía. En algunos puntos parecía casi una atracción, para nosotros era difícil verlo así.
Sobre las 14:00, decidimos que es la hora de ejercer de clientes de nuestros proveedores de aparcamiento. Un par de bocadillos que, por cierto, estaban muy buenos y unas patatitas que llevábamos en nuestro kit de supervivencia, y a continuar. (Si estáis dedicando el día a recorrer las playas, que sepáis que en el Museo de la Playa de Utah hay baños, un dato a tener en cuenta si, como al que no escribe, el turismo pone a prueba tu vejiga).
La siguiente parada era Pointe du Hoc, a un poco más de media hora. Este lugar, situado sobre unos acantilados, es otro de los puntos calientes en la historia de la II Guerra Mundial y el Desembarco de Normandía. Hoy hay un memorial en él, dedicado a la batalla.
El aparcamiento en este lugar es infinito. Está totalmente habilitado y preparado para recibir a cientos de visitantes. Nos sorprende un poco, la verdad.
Cuando caminas por el terreno, podría pasar desapercibido algunos detalles que, de no estar donde sabes que estás, igual no te percatarías y pensarías que se trata de un terreno irregular con hondonada. Pero esos huecos que encuentras en el terreno y parecen vaguadas son los cráteres que quedaron tras el bombardeo que sufrió la zona. Es impresionante el tamaño que tienen más de 70 años después, donde ha ido creciendo la vegetación. No hay uno, ni dos, el terreno adquiere una forma característica que conforma el conjunto de las cicatrices que ha dejado la Guerra.
¿Qué pasó en Pointe du Hoc? En este lugar, los aliados pensaban que estaban 155 cañones de las fuerzas alemanas. El mes anterior a la ofensiva estuvieron bombardeando la zona de forma intensa (de ahí lo que os contábamos antes del terreno), así que, para asegurarse la inutilización de la batería y cañones se desplazaron hasta allí, llevando al cuerpo de los Rangers. Estos tenían la misión de ascender por las verticales paredes de los acantilados con cuerdas. Se encontraron un ataque de los alemanes intenso y directo que causó una verdadera masacre en el cuerpo que estaba en ascenso. Desde arriba les iban tirando granadas. Aún así consiguieron tomar la posición, aunque los alemanes ya no tenían los cañones allí. Al final localizaron los cañones unos kilómetros hacia el interior. Durante dos días, aquellos Rangers que llegaron a la cima vivos, tuvieron que esperar un par de días para tener relevos y otros tantos cayeron en la espera.
En el rato que estamos allí, la sensación de peregrinación está patente casi todo el rato, no nos acabamos de acostumbrar.
Desde Pointe du Hoc, vamos camino otra de las playas emblemáticas, probablemente, la más popular del Desembarco de Normandía, Omaha Beach.
La Playa de Omaha Beach es conocida como “la playa sangrienta”, más de 4000 soldados fallecieron en la ofensiva. ¡4000 soldados! Que parece una locura, pero no es más que una miguita entre los 40-45 millones de personas fallecidas durante la II Guerra Mundial para los más optimistas, aunque se sitúe alrededor de los 55-60 millones de fallecidos entre civiles y militares.
En Omaha Beach estamos un rato y continuamos hacia el Cementerio Americano. Situado frente a la playa de Omaha, testigo de tantas caídas en tiempo de guerra. Allí, 70 hectáreas han sido cedidas de forma permanente por parte de Francia los Estados Unidos.
Si el cementerio del día anterior nos había impactado, este, con más de 9.000 soldados caídos, parece que quiere reventarte los ojos. De golpe, lo que siempre has visto como números se convierte en algo tangible que se materializa.
Hay que decir que nos pareció un lugar que, en comparación con el Brittany American Cemetery, estaba demasiado masificado. Restaba muchísima solemnidad a un lugar como aquel.
Este cementerio se construyó al finalizar la guerra, previamente, y durante el conflicto, había existido un cementerio temporal en otra ubicación, en el que llegó a haber 20.000 soldados americanos enterrados. Con el fin del conflicto bélico, muchos de los cuerpos se repatriaron a su lugar de origen. En este lugar, nadie se ha olvidado de los soldados desconocidos, de más de un millar de soldados que nunca pudieron ser identificados o reconocidos y cuyos nombres figuran en el memorial inscritos. Así como algunas cruces dedicadas a ellos.
Desde aquí, nuestro siguiente destino era Arromanches, allí pretendíamos visitar Gold Beach, otra de las playas vinculadas al Desembarco de Normandía, donde, cuando hay marea baja, puedes divisar, acercarte y observar los Mulberrys (puertos flotantes) que han quedado allí.
Pero lo de Arromanches fue demasiado para nosotros. Tantos días disfrutando de un turismo tranquilo... y en Normandía nos vamos encontrando personas y personas por doquier. Arromanches estaba solo a 22 kilómetros del cementerio. Ahora, lo que tardamos en llegar, no os lo imagináis.
En el camino vamos atravesando pueblos y aldeas como si no hubiera un mañana. A eso, hay que sumar la velocidad de crucero modo “Paseando a Miss Daisy” que se gastan por allí. Para colmo, cuando llegamos a Arromanches, a parte de estar atascados en cada una de sus calles, no logramos aparcar. Ni en parking, ni en calles, ni cerca de la playa. Es un imposible, así que decidimos abortar misión y trasladar la visita a Arromanches al día siguiente (que tampoco nos rendimos tan fácilmente).
Decidimos que nos vamos a Bayeux, a tan solo cuarto de hora de Arromanches. Pasamos por el hotel para coger algo de ropa de abrigo y de nuevo a la calle. Bayeux, como comentamos en la entrada anterior, es un lugar ideal para finalizar el día y darse paseos muy agradables.
Eran las 19:30, que suena a ser una hora ideal para tomarse un cafecito y una magdalena, pero no, allí es hora de cenar. Y como ya sabemos que eso es sagrado, directamente nos vamos en busca y captura de un lugar curioso para hacerlo.
Nos habían recomendado desde el hotel varios locales. El día anterior, haciendo caso a las recomendaciones, había sido un exitazo, así que decidimos que confiaríamos en la siguiente recomendación.
Le Moulin de la Galette es el restaurante, con una ubicación y terraza preciosa, a la orilla del canal con el molino. Cuando llegamos nos dicen que no hay mesa. Os lo decíamos, no te puedes relajar ni un poquito, pero para nuestra suerte nos dicen que en todo caso a las 20:45. Vemos una aparición mariana cuando nos dicen eso. Íbamos a cenar a una hora próxima a la cena Ibérica. Ponemos cara de “haremos un esfuerzo” mientras le decimos al camarero que nos apunte. Y salimos de allí haciendo doble tirabuzón mortal de alegría. ¡Hala a pasear un rato por Bayeux!
El centro histórico de la ciudad es pequeño y coqueto, se recorre rápido y para cuando llega la hora de la cena ya habíamos pasado varias veces por los mismos lugares. Pero vamos, encantados de la vida.
A la hora acordada, estamos en el restaurante. Nuestra mesa está en la terraza con los calefactores encendidos. Se alinean los planetas, se nota, se siente, la suerte está presente.
Galette con pollo, cebolla y pera y otra de nueces, piñones, queso y embutido de pato. Ambas muy ricas. Bebemos sidra local a presión (1 litro) y agua.
De postre, un crepe de caramelo con mantequilla salada. El mejor crepe de caramelo hasta el momento. Por favor, no dejéis de probar este clásico crepe. Tardan vida y media en cobrarnos, notamos la piel de la cara entre la sidra y los calefactores como si fueran hornillos.
Habíamos entendido, el día anterior, que el espectáculo del Árbol de la vida, que vimos el día anterior, lo repetían cada noche. Así que nos acercamos a la plaza de la catedral para volverlo a ver. Somos peor que los niños cuando cogen pasión por una película de dibujos, lo sabemos. Pero el destino nos seguía protegiendo y, por algún motivo que no sabemos cuál es, probablemente, que lo entendimos mal, aquella noche la plaza estaba vacía y no había indicios de que aquello fuera a dar un giro inesperado.
Sentimos hasta un poco de alivio. Al hotel. Necesitamos llegar un día un poco más pronto. El que no escribe, además, se mojó las zapatillas en la Batería de Azeville, así como 12 horas atrás y no había conseguido que se secaran. Iba un poco destemplado el pobre.
Nos encantó el día, fue algo totalmente diferente, nos llenó de pensamientos, conversaciones, Historia, conocimiento, paisajes… Un día prácticamente dedicado a la II Guerra Mundial desde una perspectiva diferente hasta como ahora la habíamos conocido.
Al día siguiente teníamos más lugares, historia y sensaciones que descubrir. Normandía estaba siendo todo un descubrimiento y una lección de paciencia conduciendo muy despacito…
¿TIenes planes hoy?
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