Los paisajes otoñales son los destinos más demandados en estas fechas. Si algo tiene mágico esta estación es cómo se transforma la naturaleza siendo, generalmente, las tonalidades que van desde el rojo al ocre, pasando por multitud de matices, las que lo coloreando todo.
Y si hay unos paisajes que se convierten en protagonistas en otoño son los hayedos. Hoy traemos uno nuevo al blog. Anteriormente, ya hemos hablado del Hayedo de Montejo (Madrid), el Hayedo de la Tejera Negra (Guadalajara), el Hayedo Encantado (Navarra) o el Hayedo de la Pedrosa (Segovia) y hoy nos desplazamos hasta Vizcaya, al Hayedo de Otzarreta.
El Hayedo de Otzarreta está enclavado en el Parque Natural del Gorbeia. Este parque natural ocupa parte de Vizcaya y parte de Álava. Se trata de un hayedo muy chiquitito, pero que conforma un paisaje muy pintoresco.
Por supuesto, un lugar con tanto encanto no lo conocen solo los elegidos. Así que, si quieres disfrutar de una visita tranquila, lo más aconsejable sería ir en días laborables. Pero claro, esto no es fácil para la mayoría de los mortales, así que el precio que tendrás que pagar para sentirte el privilegiado que disfruta de la paz de un bosque tan mágico será madrugar. Esa será la única manera de poder escuchar tus pasos al pisar el manto de hojas, o escuchar como el río que lo atraviesa cae dulcemente por la pequeña pendiente.
En nuestro caso no hicimos ninguna de las dos cosas (ni ir en día laborable, ni madrugar), pero busquemos el lado positivo, no hay nada como el calor humano y, si hubiéramos tenido algún percance seguro que a nuestro alrededor había un médico, un bombero, un policía, un panadero, algún profesor, biólogo, un mecánico por si no nos arrancaba el coche… No nos hizo falta nada más que paciencia para sacar algunas fotografías, pero ¿y si lo hubiéramos necesitado? Seguro que ahí estaban.
Aprovechamos el puente de principios de noviembre para hacernos una escapada por el norte y no quisimos perder la oportunidad de visitar este rincón. Para hacerlo, hay que dirigirse al puerto de Barazar (al final de la entrada dejamos la ubicación exacta). Existen varios aparcamientos diferentes, el más adecuado dependerá de desde dónde queráis visitar el hayedo, la cantidad de gente que haya y cuál sea vuestro plan del día.
En nuestro caso, fuimos el día que nos tocaba regresar a Madrid, así que no queríamos que se alargara demasiado la visita. Lo que hicimos fue aparcar directamente en el aparcamiento del hayedo, no es muy grande y está a escasos metros de este bonito rincón. Luego existen dos aparcamientos más, uno de ellos en el humedal de Saldropo, desde donde se puede hacer una ruta circular, no muy larga, que te lleva hasta el hayedo. La zona es preciosa. Y otro que está en la zona de bares y restaurantes que ya pilla más alejada.
Para llegar a la zona y una vez allí elegir el lugar donde estacionar, en el km 38-39 de la N-240, en el puerto que os comentábamos, veréis que hay un punto en el que a ambos lados de la carretera hay unos restaurantes. Uno de ellos se llama Barazar (como el puerto), ahí hay que girar en dirección contraria a donde está este. Al hacerlo, rodeais otro bar-restaurante, a su izquierda sale una especie de pista, apta para ir en coche, que es la que lleva a los aparcamientos. En ella aparecerán señales hacia los diferentes estacionamientos que hay.
Este tipo de explicaciones cuando uno las lee desde su sofá suenan totalmente complejas, al menos a nosotros siempre nos lo parece, pero una vez que estéis allí todo tomará sentido, o eso esperamos… pero, por si acaso, aquí tenéis las coordenadas: 43°03'01.7"N 2°42'47.2"W.
El Hayedo de Otzarreta es pequeño, pero totalmente inspirador. En menos de media hora habrás podido pasear por él deteniéndote en cada detalle, pero te costará irte. Ofrece un paisaje que parece sacado de la más fantasiosa fábulas. En común con otros hayedos tiene ese musgo que se pega a los troncos con un verde fosforito que parece que da luz propia, tiene raíces que sobresalen y parece que, cuando te despistes, van a enrollarse a tus tobillos. Las hojas crujen cuando caminas, pero sus hayas son totalmente hipnóticas, diferentes a otras que puedas encontrar en otros hayedos.
Las hayas generalmente se expanden de forma horizontal, pero en Otzarreta crecen como queriendo tocar el cielo. Esto no ocurre porque la magia se haya apoderado de ellas, sino porque años atrás estos árboles se talaban para la obtención de carbón. Era una práctica tradicional que se hacía de manera sostenible y hoy ha dejado esta apariencia tan peculiar al hayedo.
Si, además, te gusta la fotografía, vete cargado con tu equipo completo y unos cuántos kilos de paciencia, si no vas fuera de hora punta. ¡Lo disfrutarás doblemente!
Al lado del hayedo está la cascada Uguna, y sí, fuimos a conocerla. Una cascada coqueta, en un rincón lleno de encanto, eso sí, para nosotros muy escondida porque nos costó la vida misma encontrarla (bastante normal en nuestro caso, por otro lado) y de la que os hablaremos próximamente.
Si buscas un rincón de esos que te dejan totalmente engatusado en otoño, si quieres un plan que teñirá todos tus recuerdos de colores y magia, en el Hayedo de Otzarreta se pueden cumplir tus sueños.
Excelente reseña, el otoño en el Hayedo de Otzarreta es un espectáculo natural. En Viajes a Pie ofrecemos experiencias de senderismo por bosques encantados en el norte, ¡una forma única de conectar con la naturaleza!
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