¿Tienes miedo de viajar a Italia en verano? ¿Piensas que el mes de agosto es un suicidio elegir este destino? Gente, calor… Eso era lo que pensábamos nosotros y así pasaban los años y las ganas por Italia crecían, al mismo ritmo que lo hacían los miedos.
Cuando llega el verano y tenemos que elegir un lugar para viajar, generalmente, lo hacemos huyendo de lugares cálidos. Digamos que no llevamos especialmente bien el calor. No hay más que ver que nuestros últimos viajes han sido Escocia, Inglaterra, Austria o Irlanda. Suponemos que la experiencia en Irlanda fue lo que nos dio fuerza para lanzarnos a Italia, porque por nuestras cabezas andaba la idea de elegir Noruega, pero teniendo en cuenta que el año anterior, el verano irlandés nos salió “un poquito húmedo, fresco y gris” decidimos que, igual, garantizar un poco de sol tampoco era tan mala idea.
Aún así, para no jugarnos demasiado el tipo, el viaje nació pensando en las montañas Dolomitas, Alpes italianos. Por la experiencia en Austria sabemos que ir a las montañas no te asegura el fresco, en Austria hizo bastante calor durante unos cuantos días, pero sí que, al menos, no sería lo mismo que ir a Roma.
Lo que pasa es que de lo que uno empieza pensando a lo que acaba haciendo suele haber muchas variaciones. Más aún cuando te planteas unas vacaciones en las que alquilas un coche para recorrer a tu aire una zona, como fue nuestro caso.
Empezamos con todos los datos prácticos relacionados con la preparación del viaje y posteriormente iremos publicando una entrada con cada uno de los días del viaje y todos los detalles sobre destinos, curiosidades, datos prácticos, etc.
Itinerario, fechas y duración del viaje
Como decíamos, la idea arrancó por visitar las Dolomitas. Así que comenzamos a mirar a qué lugares podíamos volar que nos resultaran interesantes por sí mismos y por el precio del trayecto. Las fechas del viaje ocupaban las primeras semanas de agosto (de 3 al 18).
El estudio de mercado nos llevó a elegir Bérgamo como candidata. El que no escribe ya había volado por cuestiones laborales y en su pequeña toma de contacto le había gustado. Además, está relativamente cerca del Lago Como, otro de los lugares que hacía tiempo que teníamos ganas de conocer. ¡Decidido!
El viaje duró 15 días porque fuimos añadiendo destinos bajo el lema de “es que está ahí al lado”... Y el resultado final fue el siguiente:
Si algo nos gustó del resultado final de este itinerario es que tiene de todo un poco, cambio de paisajes y tipo de turismo.
La zona del Lago Como y Lago di Garda, aparte de bonita, tiene ese ambiente de verano, de ver pueblos coquetos y preciosos paisajes, de terrazas y noches animadas.
Este itinerario abarca también turismo de montaña. Los Alpes italianos, las preciosas Dolomitas, con esos valles, rutas, lagos, pueblos alpinos..
Y luego varias ciudades con muchísimo encanto, Verona, Bérgamo, Treviso, Trento donde incluimos la especial y única Venecia. Comentaros que la introdujimos con muy poca fe en el itinerario, no la conocíamos y estaba tan cerca que daba pena dejar pasar la oportunidad, pero a priori no parecía ser el mejor momento para visitarla, verano, calor, temporada alta. Tanto oír hablar de los mosquitos, los olores, la gente… Fuimos pocos motivados y cuando abandonábamos la ciudad lo hacíamos enamorados de ella.
Vuelos y alquiler de coche
Volamos a Bérgamo. Dolomitas y Lago Como eran dos de los destinos imprescindibles. Así que estuvimos mirando vuelos a Milán o Bérgamo. Nos salía más económica la segunda opción por operar Ryanair, compañía low cost. Los horarios de los vuelos fueron bastante buenos, lo que permitía aprovechar bastante bien el día de llegada y el de vuelta, por lo que ambos días se pueden considerar hábiles, turísticamente hablando. De Madrid, salimos a las 9:45 de la mañana. Y el día de vuelta el vuelo de Milán salía a las 21:00 horas.
Es importante resaltar que este año cogimos los vuelos muy tarde. Se nos echó el tiempo encima y fueron unas vacaciones que no planificamos con demasiada antelación. A principios de julio, comprábamos los billetes por 213 euros los dos.
Como en los últimos veranos, nuestro interés era alquilar un coche para poder movernos libremente. Nos gusta mucho esta forma de viajar. El coche lo reservamos después de los vuelos, es decir, todo última hora. Este año fue a través del Corte Inglés, con Europcar, que fue la opción más económica que encontramos para una categoría C, a todo riesgo y neumáticos y lunas incluídas, 832 euros. La reserva del vehículo fue para 13 días. Lo cogimos en Bérgamo y lo devolvimos en Milán. Diferentes lugares de entrega y recogida, para estar los dos últimos días sin coche en la ciudad y ahorrarnos lo que eso suponía económicamente.
Para coger el vuelo de vuelta en Bérgamo empleamos el transporte público desde Milán. Lo contaremos en la correspondiente entrada.
Alojamiento
Durante los 15 días que anduvimos recorriendo el norte de Italia nos alojamos en diferentes tipos de alojamiento, hotel o Bed and Breakfast. En total fueron 8 diferentes.
Hay algo que no sabemos si es habitual, pero en nuestro caso se repitió en varias ocasiones y es el diferente concepto de Bed and Breakfast de este lugar al de otros países centroeuropeos.
Hasta el momento, nosotros nos habíamos encontrado con los clásicos B&B con apariencia de casa rural en los que disponías de tu habitación, la cual te hacían cada día, y un espacio común para desayunar. En Italia nos hemos encontrado varios alojamientos catalogados como B&B que eran apartamentos que se alquilaban las habitaciones. En el apartamento no vivía nadie, estaba vacío, te daban las llaves y en algunos venían por la mañana para hacerte el desayuno, en otros te mandaban a una cafetería a desayunar, y en otros te enseñaban la cocina y te decían donde estaban las cosas para que te lo hicieras tú. Y lo que más nos sorprendió es que, cuando llegabas por la noche de un día de turismo, te encontrabas la cama sin hacer y todo tal y cómo lo habías dejado. Esto nos sorprendió muchísimo. En todos habíamos reservado como habitación y desayuno con el concepto que nosotros teníamos de esta filosofía, pero en más de uno, la filosofía era de otra manera.
En cuanto a relación calidad de precio, probablemente por la tardanza de nuestras reservas la relación no fue muy buena. Nos pareció caro para las características de los alojamientos. Tuvimos un poco de todo y os lo iremos enseñando cada día. Si estáis calculando, más o menos, un presupuesto para el viaje, nosotros dedicamos al alojamiento unos 1.300 euros (alojamiento + desayuno y baño privado).
Se puede reducir, lo primero reservando con más antelación. Algunos de los sitios que nos hubieran gustado ya no estaban disponibles y también alojándote en lugares menos populares. Hemos intentado, en la mayoría, alojarnos en lugares más o menos estratégicos y en muchos hemos acertado y justamente en el que intentamos ahorrar un poco nos arrepentimos.
Hay mucho alojamiento para elegir y, si nosotros encontramos alojamiento reservando con menos de un mes de antelación en pleno verano, si estáis leyendo esto y creeis que vais justos, repetid con nosotros: ¡Sí, se puede! Si vais de adelantadillos por la vida y estáis a meses de viajar, enhorabuena, tenéis muchísimas opciones para elegir, así que yo no desaprovecharía la oportunidad.
Carreteras y conducción en el norte de Italia
Ya sabemos la fama que tienen los italianos al volante. Si algún italiano nos lee, vosotros también lo sabéis (guiño, codo, guiño). Pues, bajo nuestra experiencia, no es una fama gratuita. Si en su día en Roma vivimos, como peatones, la adrenalina que suponía cruzar las calles de tan preciosa ciudad, este año como conductores hemos alucinado a colores. Lo podríamos describir como “imprevisibles”, pero ellos se organizan de maravilla. Dentro de un mismo carril son capaces de adelantarse unos a otros, entre otras hazañas.
Las carreteras buenas, bien señalizadas. En algunas zonas muy masificadas por las fechas y destinos, principalmente la zona del Lago di Garda; ya os daremos algunos consejillos para que no os pase como a nosotros, que veais la vida pasar desde el interior del coche. En la mayoría sin mucha afluencia.
Y las carreteras de montaña también en muy buen estado. Si bien es cierto que con los calores del verano, unos días antes de que llegáramos, debieron producir fuertes tormentas que ocasionaron desprendimientos e hicieron que en nuestra visita algunas estuvieran cerradas. Esto hizo que, por ejemplo, tuviéramos que improvisar el itinerario y renunciar a lugares tan recomendables como el Lago di Braies, al cual nos era imposible acceder desde donde estábamos porque nos obligaba a dar un rodeo de 2 horas.
Clima, ropa, y complementos indispensables
En principio, hay que contar que si viajas a Italia en verano, lo normal es encontrar calorcito. Ahora, depende de tu tolerancia al calor te puede parecer testimonial. A nosotros, pocas veces el calor nos parece testimonial, salvo a principios de mayo en Madrid. Recuerdo el año que fuimos a los Patios de Córdoba en ese mismo mes y estuve metiéndome hielos en la boca para cenar.
Dentro del itinerario marcado, hay zonas más cálidas y más frescas y luego está la buena o mala suerte del verano que quiera estar por venir. En nuestra llegada a Italia una ola de calor llamada “Lucifer” (que ya solo con oírlo, las pestañas chisporrotean solas) entraba por Italia, Polonia y otros países europeos. Casi todo el tiempo que estuvimos de viaje hizo calor, pero si hubo unos días especialmente calurosos fueron los primeros. Si nosotros sobrevivimos, cualquiera de vosotros también lo hará. Nos ha servido para quitarnos un poco la tontería del calor, todo sea dicho.
En la zona de las Dolomitas, a pesar de ser un verano caluroso, las temperaturas eran más frescas. Por la noche, manga larga y por el día a ratos. Montañas con un tiempo muy cambiante, lluvias, niebla y hasta granizo pillamos...
Venecia quizá fue de los mejores lugares donde llevamos el calor, no sé si por estar pegado al mar, no era una sensación extrema, a pesar de la humedad, o que veníamos curtidos de la zona de los lagos. No llegamos a pasar de los 30 grados en los 3 días que estuvimos allí. Fue hasta agradable la mayor parte del tiempo. Por contra, en Verona, cuando visitamos la Arena, casi grité que me echaran ya los leones y acabaran con esa agonía de cocinarme viva en aquel lugar. Por casualidad aquel año llevábamos un abanico, nunca había tenido un abanico en mi vida, pero aquel año lo teníamos, y diríamos que es el primer imprescindible para este viaje. No sabéis qué grandes momentos de alivio nos ha proporcionado. A Italia viajó un abanico y el último día solo quedaban dos varillas de él, traje un brazo musculado que ya le gustaría a Nadal.
Ropa de verano, calzado cómodo, muchas de las ciudades y pueblos tienen los suelos empedrados, manga larga, ropa de montaña si os acercáis a las Dolomitas, botas, chubasquero. Toallas y bañador, hay lagos que piden darte en un baño en ellos. Pies de gato si tenéis intención de bañaros mucho, porque los fondos son arenosos y pedregosos.
Hay una cosa maravillosa en Italia, hay fuentes por todas partes. Fuentes de agua potable que sale fresquita y es como un seguro de vida en verano. Empiezas bebiendo agua, continuas llenando botellas y terminas metiendo el brazo y echándotela por encima, luego dos meneos de abanico y a seguir visitando Italia.
Gastronomía e italianos
Hasta el tercer día del viaje no probé una pizza. El que no escribe, que es un viajero muy entregado a los destinos, el primer día ya estaba haciendo su cata particular. Yo a 32 grados nocturnos solo pude aspirar a una ensalada, soy una blanda, lo sé, así no llegaré lejos en los mundos viajeros.
Ensaladas, pasta, pizza, carne, pescado… Hemos probado de todo un poco, pero si algo ha ganado nuestro corazón han sido esos helados. ¿Por qué no hacemos helados así aquí? Decidimos establecer como tradición tomar un helado diario. Todas las tardes caía uno, y salvo alguna excepción aislada, todos fueron acierto absoluto.
Comentar que, una vez que te acercas a la zona de montañas y te adentras en los Alpes, atrás queda la Italia que todos imaginamos para sumergirse en un ambiente, tanto por la estética, gastronomía e idioma, que te transporta a Baviera o Austria… con ligeros toques italianos.
Y esto nos lleva a hablar de los italianos. Es como viajar a “casa”. Gente amable, vital, sonriente y que tienen una burbuja personal muy pequeñita. No te ofendas cuando quieren pasar si te tocan y apartan. Ellos apartan, se abren paso entre la multitud a través del tacto. No me pareció que hablaran tan alto y sí que gesticularan muchísimo. Nos caen bien.
En cambio cuando estás en la zona de las montañas te encuentras con un carácter más distante, menos expresivo. A nosotros nos recordaron más que a los austriacos a los bávaros.
Y bueno, así es como preparamos el viaje y estas son algunas de las características generales de lo que encontramos. Ahora toca comenzar a revivir cada uno de los días, con todos los detalles, rutas, anécdotas, experiencias de lo vivido. Empezamos con el diario de viaje al norte de Italia… ¡Allá vamos!
¿Tienes planes hoy?
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