Ya llegó, otro año más, nuestra estación del año favorita: el
otoño. Tenemos la sensación de que no tiene término medio, o encanta o no gusta nada.
Si vosotros sois de los que consideráis que el otoño es tristón, apagado y aburrido, dadle una oportunidad. Los paisajes son espectaculares en muchísimos lugares, la temperatura suele ser suave, lo cual hace fácil poder salir a disfrutar al aire libre sin tener que ir abrigado como una cebolla, o achicharrado por el sol del verano. Es cierto que a veces también puede llover, pero no suelen ser lluvias intensas, sino más bien las que hacen que huela a mojado y regalan cielos grises con volumen que contrasta con los amarillos y naranjas del paisaje. Vale que sí, que me estoy viniendo arriba, pero tenemos paisajes nada lejos de nosotros que estamos seguro que encantarán a todos, también a los detractores del otoño. Nosotros, con el verano es lo que hemos hecho, la actitud de si no puedes con él, únete a él. Y ahí hemos ido, de ola de calor en ola de calor sonrientes por la vida (una sonrisa un poco de apretar dientes y agonizar, pero sonrisa al fin y al cabo). Para los que os gusta el otoño, no hay mucho más que añadir, hoy os traemos un buen rincón para disfrutarlo.
Son conocidos los
hayedos en estas fechas. Nosotros hemos traído al blog anteriormente algunos como el
Hayedo de Montejo, el
Hayedo de la Tejera Negra, el
Hayedo de la Pedrosa o el
Hayedo Encantado. Y probablemente, en unas semanas, cuando el otoño esté más avanzado, traigamos otro. Pero hoy vamos a cambiar, vamos a ver “
otoñear” otros
árboles que también lo hacen de una forma muy bonita y que además tienen un cierto toque de misticismo, los
castaños. Nos vamos al
Castañar de El Tiemblo.
Este castañar se encuentra en el pueblo que le da nombre, El Tiemblo (Ávila). Desde Madrid, en coche, se tarda una hora y cuarto más o menos. Visitar el Castañar de El Tiemblo para nosotros se convirtió en toda una experiencia.
Hay que llegar hasta el pueblo y una vez que entras estar pendiente de las indicaciones. En la calle principal, si vienes desde Madrid, en la segunda rotonda, encontrarás una señal no muy grande que te indica que tienes que girar a la izquierda. Y desde ahí, seguid las indicaciones (aun así, os dejamos la ubicación abajo de la entrada).
La primera vez que fuimos fue traumática, salimos de casa a una hora no demasiado tardía, sobre las 10.00 o así. Llegábamos allí a las 11:15. La cantidad de gente que había para acceder a la inmediaciones del castañar era impresionante. Atascado. Ya que nos habíamos desplazado hasta el lugar decidimos quedarnos a probar suerte. Y probar, probamos, pero no, no tuvimos suerte. Cuando llegamos al control de acceso no había posibilidad de estacionar el vehículo, ni siquiera en la entrada que aún separa unos kilómetros del castañar.
Fue tal la frustración que durante los años posteriores ni siquiera nos planteamos volver a intentarlo. Mientras tanto íbamos viendo cómo la gente de bien madrugaba y entraba al Castañar del Tiemblo. Y la gente como nosotros, los que no salen pronto de casa, no lo veían.
Pero nuestra dinámica cambió el año pasado. En ese momento, el cuñado planteó pasar un día fuera todos juntos, sobrinos y abuelos incluidos, el típico día familiar “Cuéntame”. Eso nos obligaba al que no escribe y a mí a madrugar, éramos minoría y no teníamos el poder. Y así fue, queridos amiguitos y amiguitas, como el que no escribe y yo conseguimos ver el Castañar de El Tiemblo. Moraleja: Si vais a ir al Castañar de El Tiemblo en época otoñal, madrugad. Si no sois de madrugar, buscad a la familia o amigos con niños, ellos harán que acabéis madrugando. Es ley de vida. Luego no digáis que no os lo hemos avisado.
Probablemente, ahora os estéis preguntando ¿qué es madrugar?. En nuestro caso fue salir a las 8 de casa. Para nosotros eso, un sábado o domingo, es madrugar. No solemos levantarnos tarde habitualmente pero salir de casa, que no levantarse, a las 8 de la mañana me parece que es una tortura que rara vez considero necesaria. En esta ocasión mereció la pena.
¿Se puede ir después? Pues entendemos que sí porque, cuando llegamos allí, más o menos a las 9:15 de la mañana estábamos cuatro gatos y era temporada alta otoñal (noviembre). Entiendo que éramos unos cuantos frustrados, gente que duerme poco, muchos papis con niños madrugadores y nosotros (familia completa), un mix de todos los anteriores. Con la cantidad de sitio que había, por lo menos, calculamos que para haber llegado una hora más tarde daba. De hecho, cuando nosotros nos fuimos, alrededor de las 12:30, más o menos, llegaban coches que aparcaban donde nos íbamos los gatos madrugadores.
Ir al Castañar de El Tiemblo no es gratis. Es importante decirlo porque además no tiene un precio especialmente simbólico, teniendo en cuenta el estado de la carretera que separa el lugar desde donde se compra la entrada hasta donde está el parking (6 km), un arreglito no estaría de más. Siguiendo las indicaciones que dábamos al principio, aparecerá, antes de tomar la carretera “tipo montaña” que lleva al castañar, una persona para cobrar, en época otoñal, seis euros por coche y dos euros por persona. Si vais en días de diario, que sería lo ideal, creo que no cobran.
También existía otra opción que es dejar el coche justo a la altura donde está la persona que cobra la “tasa” y coger un autobús que pone el ayuntamiento y te sube por 2 euros persona. De nuevo, recomendamos madrugar, no solo por aparcar. Por lo que hemos visto en nuestras dos experiencias, es un lugar bastante demandado. A la hora que nosotros llegamos éramos muy poquitos los que paseábamos por el paraje y no tuvimos en ningún momento sensación de masificación. La naturaleza en modo procesión lo pierde todo, así que es otro punto a favor de madrugar.
Dentro del Castañar hay varios caminos que se pueden realizar, nosotros hicimos una de las rutas circulares, la llamada Senda del Castañar. Aproximadamente unos 4,5 km, sin desniveles importantes y por un camino totalmente accesible.
El paisaje estaba precioso. Gran cantidad de hojas de los castaños ya habían caído y el suelo se encontraba repleto de los envoltorios punzantes de las castañas y sus frutos, aunque estos menos. Se pueden recoger las castañas, está permitido. Y es fácil ver cómo llega la gente con sus bolsas. Algo que resulta bastante entretenido a los niños, durante los primeros 10 minutos. Porque tontos no son, y 10 minutos cogiendo castañas da para ver que, más que emoción, sientes cansancio al cabo de un ratillo ya que, además, tampoco es algo que se puedan ir comiendo sin control parental, lo cual, lo hace bastante sosillo. Pero las primeras nos hacen ilusión a todos independientemente de la edad.
Al que no escribe y a mí lo que más ilusión nos hacía era hacer fotografías. Poca luz por ser temprano, pero una sensación de frondosidad e inmensidad impresionante. Los castaños son árboles alucinantes. En
Sanabria, hace tiempo ya, en invierno, en medio de una nevada, ya quedamos impresionados con algunos castaños centenarios que encontramos, a los que nos dijeron que teníamos que abrazar. No hay quien abrace un castaño centenario, hacen falta los brazos de muchas personas para ello.
Son árboles de troncos estriados, cuyas grietas son profundas y onduladas. Forman unos dibujos casi hipnotizantes. Sus hojas son como ellos, grandes.
Si hay un señor castaño en el Castañar de El Tiemblo es “El Abuelo”. El abuelo está ahí, por encima de sus 500 años de vida. ¿Qué habrá visto El Abuelo del castañar?.
Del pobre abuelo apenas queda un inmenso tronco de gran perímetro, hueco en parte de su interior, probablemente fruto del fuego. El Abuelo, por lo visto, ha dado cobijo bajo su tronco al ser humano y numerosos animales. Ahora sobrevive con las fuerzas que le quedan y a su alrededor se ve la prole que ha ido dejando. Hijos del abuelo que nacen cerca de él, de sus propias raíces. Su tronco parece querer ocultar figuras, es fácil jugar a adivinar a qué recuerdan sus protuberancias.
Alrededor de El Abuelo hay una valla para proteger su débil estado, pero se permite la entrada. Solo hay que tratarlo con cariño. En nuestra visita, aquí, el que no escribe y yo comenzamos por sacar fotos a la familia bajo la sabiduría de "El Abuelo". Una posición, otra, solo niños, niños y padres, abuelos, por supuesto a mi sola... a la pata coja, de espaldas, de frente. Esto llevó a que fuera llegando gente que empezaba a esperar para hacerse ellos sus propias fotos en tan curioso lugar. Al vernos a los dos sacando fotos, en plan "agáchate, de espaldas, etc." una vez más, ocurrió "el mal de la reflex", y es que acabamos haciendo fotos a familia tras familias que iban llegando. Se acercaban con sus cámaras entre tímida y sonrientemente pidiéndonos la foto.
Ese momento acabó con risas por parte de todos cuando, en una de las fotos que estábamos sacando a alguien que nos había pedido el favor, después de llevar varias, un tercero se metía en el encuadre de la foto sin darse cuenta. Así que estábamos esperando a que se moviera voluntariamente, porque si sacamos la foto intentamos que al menos quede bien. Cuando quiso reaccionar, al percatarse, nos miró con cara de circunstancias como para pedir perdón y "el que no escribe" le dijo "por favorrrrr, ¡que estamos trabajando!". Los que estaban allí, alrededor de El Abuelo, algunos estallaron en una carcajada y otros no pudieron evitar sonreír. Creo que aun les hicimos un par de fotos más después de eso. Si nos lee alguno de los allí presentes que se manifieste y levante la mano ¿Quedó bien la foto? Si la respuesta es afirmativa es un milagro...
(Editado) Debajo de esta entrada nos han dejado un comentario informándonos de que la valla no solo protege el tronco del centenario árbol, sino que es de vital importancia para salvaguardar sus raíces. Nuestras pisadas pueden dañarlas gravemente. Algo que deberíamos tener en cuenta todos los visitantes y evitar, todo lo posible, castigarlas. Si esto es así, el árbol probablemente debería estar vallado al completo.
El castañar recoge otros muchos castaños centenarios que se reparten en el recorrido. La Senda del Castañar se inicia desde el aparcamiento superior. A la entrada os recibirán robles, cerezos, y otras especies arbóreas. Serán unos metros más adelante cuando empiecen a aparecer los primeros castaños. Desde allí, hay una especie de mojón (¿Cómo evitar reírse al usar este término?), que se encuentra al principio, se toma el camino derecho y se va en un ligero ascenso hasta llegar al refugio de Majalvilla. Desde allí, a pocos metros encontraréis al Abuelo.
Posteriormente la senda transcurre al lado del arroyo, la Garganta la Yedra, hasta llevar a una pradera, donde hay que hacer un giro a la izquierda. Desde ese punto van apareciendo de nuevo, para nuestro gusto, los castaños más bonitos del paseo.
El Castañar de El Tiemblo es un bosque precioso. Primavera también tiene que ser una buena época para su visita, pero el otoño lo convierte en una sinfonía de color. Una excursión muy bonita para que los que hoy gruñis por la entrada del otoño os reconciliéis con él, y para los que nos gusta, que lo disfrutemos bien…
Eso sí, no os olvidéis… ¡hay que madrugar!