En plena Serranía de Ronda, provincia de Málaga, se encuentra esta población del mismo nombre. Un lugar con una luz especial, como suele ocurrir en Andalucía, y un callejeo precioso que te sumerge en la historia. Un callejeo también caracterizado por el sonido de la gente que, con el buen tiempo tapea en las numerosas terrazas o banquetas que hay en las puertas de los bares. Un destino al que llegamos para pasar un fin de semana largo y que establecimos como campamento base para conocer otros lugares del sur bastante pintorescos, como algunos pueblos blancos de la Sierra de Grazalema. Pero hoy la protagonista va a ser Ronda.
La imagen más popular del lugar es el llamado Puente Nuevo sobre el Tajo de Ronda. Un cortado por el que debajo fluye el río Guadalevin. Se trata de un pequeño desfiladero o garganta de unos 100 metros de profundidad y 500 metros de largo.
El puente data de mediados del s.XVIII. Se lo conoce por “nuevo” porque a principios del s.XVIII se construyó el que fue el primer puente, pero tan solo duró seis años en pie, derrumbándose posteriormente y llevándose por delante a medio centenar de personas. Años después se llevó a cabo el que ahora se puede observar.
Esta pintoresca imagen hace de Ronda un lugar exclusivo y especial. Para tomar la imagen y obtener una buena panorámica lo mejor es hacerlo desde los Jardines de Cuenca, que te van llevando hacia abajo por un caminito, hasta lugares donde te ofrecen bonitas vistas.
Desde arriba del puente se obtienen también unas imágenes impresionantes, fruto del enclave pintoresco en el que está ubicada la ciudad.
Del pasado musulmán de la ciudad aún quedan señales. La ubicación de la ciudad era perfecta en lo que a carácter defensivo se refiere. La garganta de la que hemos hablado antes, por sí misma, suponía un elemento disuasorio. Aun así las murallas protegieron Ronda y, hoy en día, aún quedan restos de las mismas y las puertas por las que se accedía al interior.
Una de las puertas principales, que daban acceso al barrio alto, era la de la Almocabar, originaria del s.XIII, aunque fue reconstruida posteriormente y cercana al cementerio. Esto sería por el sur de la ciudad. Por el este se encuentran las murallas y puerta (Puerta Cíjara) que daba acceso a los Baños Árabes.
En el oeste la muralla y puertas que protegían el acceso a los lugares más productivos de la ciudad, donde se encontraban áreas destinadas al resguardo del ganado, o al molino.
En el oeste la muralla y puertas que protegían el acceso a los lugares más productivos de la ciudad, donde se encontraban áreas destinadas al resguardo del ganado, o al molino.
Entre murallas y puertas cabe destacar el Arco de Felipe V. Por su nombre ya puede uno intuir que su construcción no se remonta a los inicios de las murallas. A raíz del derrumbe del primer puente de Ronda, del que os hablábamos anteriormente, los accesos a la ciudad empezaban a estar saturados, así, en tiempos de Felipe V donde se encontraba anteriormente una puerta de la muralla se procedió a hacer una pequeña “reforma”, sustituyendo ésta por el arco que ahora se puede visitar, más ancho que la anterior entrada.
Por cierto, a pocos metros del Arco de Felipe V se encuentra la Fuente de los Ocho Caños (s.XVIII) que antaño tenía el agua corriente de forma continua a través de sus grifos, ahora se consigue a través de sus pulsadores. Y por la parte opuesta de la fuente, un abrevadero. Está frente a la Iglesia del Padre Jesús.
Si hay otra cosa que destaca de Ronda son sus baños árabes. Se dice que los mejores conservados de España. Para visitarlos hay que acercarse al Barrio de San Miguel por la zona de extramuros. Por lo visto, la ciudad contó con más baños árabes, pero hoy quedan éstos visitables. El precio de la entrada es de 3 euros, y en los fines de semana solo están abiertos hasta las 15:00.
Se visitan por libre y dentro te ponen en una de las salas de los baños, un video que te ilustra sobre la historia de los mismos. Nos pareció muy interesante y nos gustó la visita.
La Real Maestranza de la Caballería de Ronda o más popularmente identificable como la Plaza de Toros, es uno de los edificios más populares de la ciudad. Sin entrar en el polémico tema de la tauromaquia, destacar que como edificio es realmente bonito. Lo que es la Real Maestranza de la Caballería nació bajo el mandado de Felipe II, en el s.XVI, destinada más bien al entrenamiento y preparación del arte ecuestre. Se incluyeron los toros, tradición que venía de atrás.
Pero el edificio en sí mismo es originario del s.XVIII, de carácter monumental y con la particularidad de no tener un solo tendido al descubierto. Arquitectónicamente nos encantó. Acceder al mismo tiene un precio de 7 euros y en su interior se puede acceder a los toriles, al museo y alrededores de cuadras, aparte de la plaza.
Pero el edificio en sí mismo es originario del s.XVIII, de carácter monumental y con la particularidad de no tener un solo tendido al descubierto. Arquitectónicamente nos encantó. Acceder al mismo tiene un precio de 7 euros y en su interior se puede acceder a los toriles, al museo y alrededores de cuadras, aparte de la plaza.
Cerca de la Plaza de Toros podéis disfrutar de uno de los miradores más conocidos de la ciudad y cuyo nombre seguro no se os olvidará fácilmente, el Balcón del Coño. Particular nombre para un precioso mirador que da vistas sobre el entorno que rodea a la ciudad, la Serranía de Ronda y que se sitúa en el Paseo de la Alameda, sobre una especie de barranco y a bastante altura. Su nombre deriva, de la expresión que se espera que brote de los labios al asomarse a él.
En Ronda hay varias casas palacio de interés. Nosotros vamos a destacar el Palacio del Rey Moro. Que ya por su nombre resulta algo inspirador. El enclave en el que se encuentra este lugar es estupendo. En pleno casco histórico, al otro lado del puente y que da acceso hasta el borde del río Guadalevin.
En Ronda hay varias casas palacio de interés. Nosotros vamos a destacar el Palacio del Rey Moro. Que ya por su nombre resulta algo inspirador. El enclave en el que se encuentra este lugar es estupendo. En pleno casco histórico, al otro lado del puente y que da acceso hasta el borde del río Guadalevin.
Es originario del s.XVIII y aunque no es visitable el interior del edificio, si que lo son sus jardines (años 20), divididos en una especie de terrazas y de corte algo laberíntico, con pequeños estanques con nenúfares y pequeños setos.
No se puede olvidar la visita una joya declara Bien de Interés Cultural, una mina de origen árabe. No una mina cualquiera, desde el palacio y bajando 365 escalones construidos aprovechando una grieta de la roca se accede a un manantial que brota del río y de donde se extraía agua. Este lugar secreto fue de vital importancia para plantar resistencia a los ataques cristianos en época de la Reconquista. En el descenso de la mina iréis encontrando recovecos que probablemente se utilizaron como depósito de agua o almacenamiento de armas.
Desde abajo del todo se accede a la orilla del agua, rodeada de altas paredes verticales, resultando un lugar bastante pintoresco.
Y si hay una plaza emblemática en la ciudad ésta es la Plaza de la Duquesa Parcent. Desde los inicios de la historia de la ciudad, éste ha sido un enclave importantísimo para el lugar. En época romana, parece ser que aquí se ubicó un templo. Con la llegada del dominio musulmán, fue derruido para levantar una mezquita y, con la conquista cristiana, ésta se demolió para levantar un nuevo templo religioso. Un no parar por dejar, cada uno, su símbolo más preciado.
Esta plaza la conforman diferentes construcciones de carácter noble y señorial. La Duquesa Parcent fue muy proactiva en la ciudad de Ronda. Quedó prendada del lugar tras disfrutar de ella durante unas vacaciones y posteriormente participó de forma directa en ella. Dicen que vivió en el Palacio del Rey Moro y fue la creadora de la Caja de Ahorros y otras instituciones de interés para la vida rondeña.
En la actual Plaza Duquesa de Parcent se encuentra el Ayuntamiento y la Iglesia de Santa María la Mayor, de gran peculiaridad por la diferencia de estilos que aúna. En época de los Reyes Católicos, Fernando la elevó a la categoría de colegiata. Nosotros visitamos su interior y adquirimos una audioguía. Ésta última no nos acabó de convencer y probablemente habríamos prescindido de ella, se centraba más en la parte artística que rodeaba al templo que en su historia.
Ronda es un destino ideal para pasear y meterse por sus diferentes barrios. El Barrio de San Francisco, por ejemplo, nos pareció muy chulo, solo que con tanto coche no lo hacía lucir tanto como podría.
La ciudad se distribuye en diferentes núcleos comunicados por callejuelas estrechas, por pequeñas plaza coquetas, fachadas blancas muy favorecidas por su atardecer. Recorriendo los diferentes callejones, pozos, fuentes, palacetes, empedrados, rejas… es una maravilla.
A Ronda llegamos un viernes por la noche. Salimos desde el trabajo al mediodía. A las diez de la noche comenzábamos a cenar y a medianoche aún nos encontrábamos tapeando de local en local. Empezamos con unas alcachofas con humus y fue el principio del sin fin. Entre vino y vino, la ensaladilla, minihamburguesas, carrilleras, boquerones, rabo de todo. Y acabamos, al lado de la Plaza del Socorro tomándonos una copita en la terraza. Esto es algo que también forma parte del encanto de los lugares, disfrutar de momentos relajados en un buen ambiente, gastronomía…
Los puntos que os hemos comentado previamente los visitamos justo al día siguiente de nuestra llegada. Un día que salió algo caluroso para ser mayo, pero que por otro lado llenaba de luz la ciudad y convertía el atardecer en una estampa dulce y cálida. Caminamos y caminamos por sus calles y barrios, haciendo paradas para retomar fuerzas con algún vino y gastronomía rondeña.
Entre los locales en los que estuvimos disfrutando de la gastronomía nos gustó especialmente Carmen de Ronda, en la Plaza de Duquesa Parcent, donde cenamos una de las noches y nos cautivaron sus migas rondeñas y la torrija de helado con turrón, por encima de los demás platos que tomamos que también estaban muy buenos. La Taberna el Almacén también es un lugar, aparte de agradable, con unas tapas más innovadoras que nos gustaron bastante.
Ronda nos pareció una ciudad con muchísimo encanto y un gran ambiente. Igual que siempre decimos que el norte nos tiene enamorados, el sur tiene algo especial que lo convierte en un destino distendido, mágico, con un cierto toque de romanticismo y un carácter especial. Desde que visitamos esta zona, se ha convertido en una recomendación recurrente a aquellos que nos preguntan por escapada bonita y tranquila.
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