Cuando llega la primavera todos nos volvemos locos buscando cascadas que poder visitar cerca de nuestro entorno. Y si esto no nos pasa a todos, a nosotros, al menos, sí. Nos encantan las cascadas.
Hoy traemos una ubicada en la Comunidad de Madrid. Para llegar a ella nos tenemos que acercar al Puerto de Canencia, allí encontraremos la Chorrera de Mojonavalle.
¿Cómo tenemos la poca vergüenza de atrevernos a contaros cómo llegar a esta cascada? porque nosotros para acceder a ella vivimos una auténtica aventura, algo que, por lo que hemos leído, para el resto de la humanidad es muy sencillo. Pero si nos habéis leído antes, sabréis que somos auténticos profesionales en eso de perdernos (algo que confiamos que no nos pasará más gracias al GPS, ahora sólo nos falta saber manejarlo, que parece más complicado que no perderse). El caso es que, a pesar de ello, nos lo pasamos tan bien y nos reímos tanto que hemos pensado que teníamos que compartir este rincón y experiencia con vosotros.
Es una excursión ideal para la primavera, aunque en otoño la podéis completar con la visita al Abedular de Canencia, cruzado por el Arroyo del Sestil de Maíllo que está en las proximidades y que en esas fechas se pone precioso. La visita a la Chorrera de Mojonavalle se puede realizar perfectamente con niños, por si alguno os lo estáis planteando, sobre todo, si seguís el itinerario recomendado y no nuestra absurda, pero divertida, improvisación.
Para empezar, como decíamos, hay que ir al Puerto de Canencia, allí existe un área recreativa con un amplio aparcamiento. A pesar de sus dimensiones, no os confiéis porque suele ponerse hasta arriba de coches, así que es recomendable llegar tempranito.
Si estacionáis allí el coche, como la ruta (hecha bien) es corta, podéis dejar en los maleteros la comida, si la lleváis, y a la vuelta comer en los merenderos que hay en el propio área recreativa. O ya, al gusto del consumidor, comer en alguno de los pueblos de los alrededores, como Miraflores de la Sierra.
Una vez estacionado el vehículo, hay que cruzar al otro lado de la carretera. Desde allí sale un sendero en ligera pendiente, que deja una fuente al lado. Así, os adentraréis en una zona boscosa muy agradable. Se deja a un lado una especie de choza y hasta ese momento no hay más que seguir la pista que habréis cogido al inicio.
El camino se bifurca a la altura del albergue, no tendréis dudas para distinguirlo, es una casa de fachada blanca. Desde allí, la ruta tendría que ir en descenso, hasta tomar la senda que os lleva a la Chorrera…
Nosotros, en cambio, en “modo rebaño”, que activamos demasiado a menudo, seguimos a la multitud, que en vez de descender, tomaron la senda que iba en ascenso… y no nos preguntéis cómo, pero ese camino subía y subía, y ni rastro de la cascada y, de golpe tampoco de la gente.
Lo más perturbador fue, que al cabo de 20 minutos, nos cruzamos con una pareja a la que preguntamos y parecían no conocer cascada alguna. Algo totalmente sorprendente ya que se supone que es uno de los atractivos del lugar ¿Cuánto nos habíamos alejado?
Pero nuestro despiste tuvo su recompensa, en el camino encontramos un arroyo y al cabo de un rato más y guiados por los “sonidos de la naturaleza” llegamos a la Chorrera de Mojonavalle, eso sí, no a sus pies, sino a su cabecera. Desde arriba veíamos a todo el público en la parte de abajo, observando la caída de agua, y nosotros en lo alto. Una vista diferente, eso sí…
A partir de este punto comenzó la diversión. Íbamos equipados con las mochilas y el trípode y se nos ocurrió la genial idea de acortar. Así que, paralelos a la cascada, decidimos descender por la ladera, al lado del cauce del agua, enganchándonos en matorrales, hundiendo los pies en el barro y cayendo de culo cada pocos metros. Un auténtico espectáculo para los que estaban abajo y para nosotros mismos, que nos veíamos pelear contra la gravedad.
Llegamos abajo como si viniéramos de la guerra, pero llegamos muertos de la risa… y así pudimos observar la vista clásica de la Chorrera de Mojonavalle.
Por si hay algún especímen como nosotros, de esos que se pierden siempre, os dejamos las coordenadas de la cascada: 40°51'57.3"N 3°47'08.3"W.
La vuelta desde allí sí que no tiene pérdida, se coge la senda que va en ligero ascenso y en un rato te incorporas al camino por la que venías desde el aparcamiento.
Encontraréis una desviación, antes de incorporaros a la senda final que pone “Tejo Milenario”, nosotros no la tomamos, pero siguiéndola se puede llegar al famoso Tejo del que se dice que tiene más de 1.000 años (como su propio nombre indica).
Cómo veis este es un rincón muy cercano a Madrid capital, a unos 60 kilómetros, dónde se puede pasar un día en la naturaleza con familia, amigos, pareja y disfrutar de un paraje con variados atractivos, entre ellos la Chorrera de Mojonavalle.
Ha llegado la primavera y hay que salir a disfrutarla.
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