Hervás: cruces y estrellas

Maruxa y Julián eran jóvenes y guapos, se gustaban... No vivían lejos, mismo lugar y diferentes barrios. El único testigo de sus encuentros apasionados era el puente medieval y la Fuente Chiquita a su lado, que por las noches, con la oscuridad, se convertía en un escondite perfecto para poder cruzar algo más que las miradas. Maruxa era una “estrella” y Julián una “cruz”, judía y cristiano, desafiando los choques culturales.

Amargo final para lo que parecía un imposible principio. Fueron descubiertos y el padre de Maruxa, rabino, dice la leyenda, que mandó que mataran (o mató él) al romeo, aunque finalmente fueron asesinados los dos en unos de sus encuentros furtivos. Julián descansó en el cementerio cristiano, Maruxa, repudiada, lo hizo fuera de la comunidad judía, muy cerca del puente donde los encontraron.

Maruxa, parece ser que no descansa en paz y su aparición, como una gélida alma en pena, dicen que trae malos presagios a orillas del río Ambroz las noches de luna llena...

Ésto dicen que ocurrió en Hervás, localidad que reposa en una de las laderas del Valle Ambroz, en la provincia de Cáceres, y que hoy os animamos a visitar. Un lugar en el que vivió una pequeña pero fuerte comunidad judía (dice el refrán: “en Hervás, judíos los más”), durante no más de un siglo y que, en la actualidad, conserva su pequeña judería de gran atractivo. Tanto es así que, a finales de los años 60, fue declarada Conjunto Histórico- Artístico.

En el s. XV, llegó la comunidad judía, asentándose en la parte baja, pegados al río. Sus oficios principalmente era como mercaderes, tejedores, y agricultores de la vid. En 1492, se firmó el tratado de la expulsión de los judíos y dada la situación, algunas familias tuvieron que convertirse de manera forzosa u optase por el exilio, produciéndose un éxodo del barrio de unas cuantas familias. Unos años después algunos volvieron.

El paso del tiempo ha creado un reconocimiento al legado que dejaron los judíos y cristianos que durante un tiempo convivieron en el mismo municipio. De hecho, el nombre de la calle Amistad Judeo-Cristiana es una prueba de ello. 

En esa misma calle, los judíos en aquella época tenían un lagar o bodega en las Casas de la Cofradía, donde fabricaban su “vino puro”, el kosher. Un vino rodeado de un protocolo de elaboración rígido para conservar, según su religión, la pureza que se le exigía.

Todo lo que es el barrio judío forma una estructura laberíntica de callejuelas estrechas e irregulares, con fachadas que se adhieren unas a otras, creando un estructura arquitectónica totalmente pintoresca. Balcones de madera, paredes asimétricas de adobe, travesaños de madera de castaño, pavimento empedrado. Algunas estrellas y símbolos judíos quedan reflejados en rincones que pasan casi desapercibidos en el paseo. Hubo una sinagoga de gran importancia en la época de la que hoy no quedan restos, aunque sí se conoce su ubicación (Calle Rabilero, 19). Y entre todos estos elementos la que “dicen” que es la calle más estrecha de España, la Travesía del Moral.

Así, Hervás ve convivir en el pequeño municipio su barrio alto y bajo. La parte superior, donde residían los habitantes más acomodados, y en la parte baja, hasta las orillas del río, la judería de la que os hablamos. En el centro se encuentra la plaza, con una fuente, y donde se producían intercambios comerciales.

Y es que nos hemos centrado en su judería, pero Hervás nació alrededor de su castillo. Realmente fueron los templarios (s.XII), los que en la parte más alta construyeron una ermita. Tras su expulsión, ésta fue convertida en un castillo con una iglesia en su interior. La población se fue asentando alrededor del mismo. El paso del tiempo fue haciendo que la iglesia se fuera ampliando mientras que el castillo se iba menguando, hasta la actualidad, donde podemos encontrar la Iglesia de Santa María de Aguas vivas, cuyo campanario resulta ser una de las torres del antiguo castillo.

En Hervás, para los amantes de las curiosidades y leyendas, aparte de la dramática historia de Maruxa y Julián, se cuenta otra historia relacionada con una de las viviendas que pueblan la villa, la llamada “Casa del Miedo”.

Con este nombre todo hace presagiar que nada bueno esconde esta historia. La casa se encuentra en la Calle Gabriel y Galán. Allí, veréis una vivienda portalada, con unas columnas de piedra y una especie de capiteles erosionados con decoración templaria. Esa vivienda fue la antigua Cárcel del Santo Oficio. Pasado ese tiempo, los vecinos decían escuchar ruidos y sonidos que alertaban a todos los que los oían, generando una sensación de temor sobre esa vivienda.

La picaresca siempre ha sabido aprovechar las circunstancias, y dicen que durante un tiempo un contrabandista aprovechaba este lugar para esconder sus actividades ilegales aprovechando y alentando el miedo de los vecinos a lugar. Ya que se dedicaba él mismo, algunas noches, a provocar sonidos como lamentos, golpes que alejara del recinto a cualquier curioso que lo pudiera descubrir.

Fuera de leyendas e Historia, Hervás se encuentra situado en una zona realmente agradable, en la Sierra de Béjar, con el río a sus pies. El paseo por el margen opuesto al mismo os proporcionará unas vistas muy bonitas y, sobre todo, un paseo encantador.

Su ubicación excepcional hace que en el radio de una hora (aproximadamente) en coche de este pueblo encontréis otros muchos puntos interesantes para visitar. A modo de ejemplo: Candelario, Plasencia, Granadilla, Valle del Jerte, Sierra de Francia (La Alberca, Mogarraz), la zona de la Vera (Monasterio de Yuste, Garganta la Olla, etc), zona de Sierra de Gredos (Barco de Ávila) o el Parque Nacional de Monfragüe, entre otros. 

Un destino pintoresco, que puede formar parte de unas vacaciones, de una corta escapada de fin de semana o, a los que pille más cerca, de una excursión de un día con mucho encanto. 

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