19 de marzo de 2014

8 Días en Nueva York. Día 3: domingo de Gospel, Central Park y más...

Central Park

Cuando uno viaja al extranjero, aparte de la parte monumental, es imprescindible dejarse guiar por la cultura y las formas de vivir de los lugares visitados. Por eso, siempre es interesante, en la medida de lo posible, informarse de esos eventos que se celebran en días señalados y forman parte de la vida del lugar. Con esto nos referimos a mercadillos, fiestas locales, o tradiciones varias. 

Así que, os recomendamos mirar el calendario festivo del lugar que vayáis a visitar por si se sucede algún evento de estos que son efímeros y tienes la posibilidad de no perderte.

Itinerario día 3 de 8 días en Nueva York


Tras lo vivido el día anterior, para nosotros, el domingo en Manhattan iba a ser un día especial. Lo llevábamos planificado desde Madrid, queríamos asistir a una misa Gospel. Consultamos variados foros, indagamos sobre los lugares dónde podríamos disfrutar de alguna. EL barrio elegido, por supuesto, fue Harlem, y la Iglesia, finalmente, Abyssinian Baptist Church (aunque existen otras tantas).

Harlem

El domingo, al salir por la puerta del Hotel del Terror, Manhattan estaba mucho más tranquilo. Menos gente, más silencio y un radiante sol que iluminaba el otoño incipente de Nueva York.

La misa era a las 11 de la mañana pero habíamos leído que se formaba una larga cola para asistir como espectador y el aforo era limitado. Desayunamos el edulcorado café americano y unos bollitos (todo light) y nos fuimos al Metro para realizar la incursión en el barrio de Harlem.

No íbamos nada orientados (“el que no escribe” se lanzó como si fuera natal del barrio desconocido), mira que insistí, vamos a mirar, a mirarlo bien… Dudábamos entre qué estación exactamente era la nuestra, pero él ya se veía casi nacionalizado y pensó que eso estaba tirado.

Harlem

Nos bajamos al azar, suponíamos que sería ahí... Bajamos, salimos, miramos alrededor. Nos acercamos a preguntar a una mujer que estaba en la parada del autobús y yo creo que le dimos miedo porque nos miró asustada. No sacamos información clara. Pasaron un par de coches, nos pitaron. No entendíamos nada. Así que, volvimos al Metro, ahí no debía ser…

La zona se veía bastante desértica, algunas personas salpicadas que parecían saber dónde iban, cosa que nosotros no. Tuvimos que preguntar a un policía (parecía el padre de familia de la serie “Cosas de Casa”, la de Steve Urkel). El hombre nos lo intentó explicar todo muy clarito, pero nosotros no veíamos la luz con el número “tori”. Sabíamos que era un número pero no encontrábamoss parecido a los que conocemos ¿Quizá twenty? Bueno pues resultó ser thirty… creemos, aunque él solo nos enseñara 3 de sus dedos. Nos negamos a pensar que ese “tori” pretendía ser un three.

Harlem

Harlem es un barrio del que no pudimos disfrutar mucho tiempo, entre que estábamos perdidos y el estrés por llegar a la iglesia a tiempo, nos obligó a caminar rápido por el amplio Boulevar de Malcom X.

Como es sabido, este barrio desde principios del s. XX estuvo habitado por un porcentaje muy alto de afroamericanos. Durante este tiempo se produjo una explosión artística musical muy importante en la zona, de manos del jazz, del blues, del teatro o la poesía. Actualmente, la población está más mezclada. 

Abyssinian Baptist Church es una de las iglesias conocidas para poder disfrutar de una misa Gospel. Una vez que te aproximas a sus alrededores, de nuevo, te parece estar sumergido en una película. Los previos a la misa son bastante sorprendentes. Si decidís ir a esta iglesia os recomendamos que leáis las siguientes indicaciones:

Harlem- Llegar con suficiente antelación: La misa es a las 11 pero mucho antes comienza a hacerse una fila en una de las esquinas de la manzana de la iglesia. Nosotros cuando llegamos no vimos a nadie en la puerta. Así que nos dedicamos a hacer tiempo, hasta que al preguntar al hombre de la puerta nos indicó que a la vuelta de la esquina estaba la gente esperando. Así que, id con antelación y, sobre todo, buscar el inicio de la fila para no perder sitio y tiempo, como nosotros.

- Indumentaria para entrar en la iglesia: no pantalones cortos, ni faldas cortas, atención, nada de leggins (a una chica que iba delante no la dejaron entrar y tuvo que comprarse una falda para ponérsela encima), tampoco pantalones ajustados ni mochilas. 

- Amantes de la fotografía: no os preparéis  objetivos luminosos, ni trípodes, ni siquiera móviles de última generación, no se pueden hacer fotos ni grabar.

- No se puede salir a mitad del oficio, una vez que estás dentro es para siempre. Vale, suena demasiado dramático, pero es importante que lo sepáis, la misa dura 2 horas con sus 120 minutos completos. Por supuesto, antes de entrar, un señor muy enfadado y con mal carácter se pondrá a gritar en la calle para explicar a todos los guiris (es decir, nosotros) que eso no es un show, que el respeto, que no se puede salir, que si a alguien no le interesa que se vaya… más todo lo que no le entendimos, claro. Pero por el tono no parecía amistoso.

- Cuando la misa lleve su hora y media pasarán un cepillo por todos los asistentes. Nadie obliga a dejar nada, ni hay una cantidad estipulada mínima o máxima. Esto está en función de lo que cada uno considere que quiere hacer. Nosotros como agradecimiento por abrirnos las puertas y no exigirnos más que fuéramos estatuas tapadas como para amortajarse quisimos colaborar.

Al final hubo suerte, y pudimos entrar. 

A partir del momento en que se aproximaba la hora de comienzo el ambiente se hizo especial. En la fila, se mascaba la tensión, todos los que no estábamos en la cabecera de la dudábamos acerca de la posibilidad de entrar. “El que no escribe”, junto con otro español, perteneciente a una parejita de canarios que conocimos esperando en la fila ,se fueron en busca de un plan B, por si acaso nos quedábamos fuera. Se separaron y trajeron alguna opción aunque no clara.

Abyssinian Baptist Church

Por cierto, con  esta pareja  de canarios coincidimos hasta dos veces más en los siguientes días. Será qué Manhattan es pequeño ¿no? 

Durante la espera hasta entrar, disfrutamos mucho. Impresionante la llegada de los “fieles”. Paraban vehículos a nuestro lado y, al abrirse sus puertas, aparecían los asistentes con sus mejores galas. Como una explosión de contrastes con trajes alegres, sombreros, niños que parecían pinceles, los brillos de los zapatos de ellos... Solo faltaba que sonara de fondo “I say a little pray for you”. Igual mi ignorancia es la que no me permitía imaginar que, alrededor de estas misas, que solo había visto en películas, había unas tradiciones que aún pervivían. En algún momento esperábamos ver a Denzel Washington vestido de etiqueta.

Cuando llegamos a la puerta encontramos a unas cuantas mujeres, como recién salidas de la peluquería, todas vestidas de blanco, traje, medias, guantes, gorrito, que se encargaron de guiarnos hasta donde teníamos que sentarnos. Ese lugar estaba en la primera planta, pegados a una ventana que tenía una especie de minibanco, dónde pasaríamos las próximas dos horas casi sin movernos.

Harlem

Estábamos justo encima de la “ministra”. Desde ahí, íbamos viendo como abajo se sentaban todos. Parecía un panel de colores donde todo destacaba, todo llamaba nuestra atención. Nos pareció realmente emocionante. 

Se saludaban entre ellos y se iban colocando ordenadamente. Las mujeres de blanco se repartían por la iglesia para controlar que se mantuviera el decoro y que los visitantes no rompieran el momento con su charla, fotos, etc.

En esos momentos te paras a pensar en cómo observas lo desconocido y entiendes que, para otros, tus costumbres sean tan ajenas, como lo eran en ese momento esas para nosotros…

Luego, entró el coro, uniformado, compuesto  por hombres y mujeres vestidos de grana y blanco. Y empezó…

Harlem

El oficio tuvo bastante menos música de la que esperábamos, de dos horas hubo ratitos musicales, pero no fue lo principal. Los sermones y las réplicas o asentimiento de los oyentes constantes. Discursos fervientes, entregados y apasionados, dónde se alzaba la voz, se gesticulaba y, de forma interactiva, el público participaba.

Además, se pedía y daba la bienvenida a los últimos y recién llegados miembros, hasta para nosotros, los visitantes, hubo un saludo. 

La verdad que es una experiencia de esas que te llevas puestas, de las que son de verdad. Para nuestro gusto excesivamente larga y quizá echamos en falta un poco más de música. Pero en los momento que ésta sonó se nos pusieron los pelos de punta. No hay que olvidar que no es un espectáculo y hay que tratarlo con el máximo respeto posible.

Central Park

Cuando salimos de la iglesia estábamos casi sin palabras. La hora se nos había echado encima, a la una de la tarde era necesario comer.

Nuestra decisión fue parar en un Subway a comprarnos unos bocadillos y algo de bebida. Nuestra amiga nos recomendó, en su día, que nos guardáramos las mantitas del avión para un día comer en Central Park. Asi que, eso decidimos hacer…

Paseamos, conseguimos avituallamientos y nos dirigimos a Central Park. El tiempo nos acompañó, domingo en Manhattan y otoño en Nueva York ¿Qué más se le puede pedir al día?

Central Park

Cuando uno dice que va a Central Park, no puede dejar de imaginarse numerosos clásicos cinematrográficos. Nosotros queríamos disfrutar un rato del lugar, pasear, comer, ver la gente pasar. Hay que tener en cuenta que las dimensiones de este parque urbano equivalen a dos veces el país de Mónaco. Vamos, que se te va de las manos el parquecito.

Central Park

En nuestro caso no teníamos planeado un recorrido concreto, nos dejamos llevar por la improvisación, seguimos caminos al azar, elegimos una praderita verde y nos sentamos a comer.

Central Park

A los lados dejamos campos de béisbol, árboles, gente en patines, con perros, con carritos, en bicicleta. De hecho, se alquilan bicis en numerosos puntos del parque para los que os pueda interesar, tiene que estar divertido y es una forma de abarcar un poco más de este pulmón neoyorkino.

Central Park

Rodeamos el lago y fuimos buscando lentamente una salida que nos dirigió al Upper East Side.

Este barrio de Manhattan, podría llamarse un “barrio bien”, residencial y caracterizado también por ser la milla de los museos.

Upper East Side

En la tarde del domingo aprovechamos para pasear por alguna de sus calles, y fantaseamos. Entre ellas descubrimos que sería un lugar ideal para vivir. Preciosas viviendas, embajadas, y por supuesto museos.

En este barrio tranquilo y precioso, para todos los interesados, podéis encontrar el famoso Guggenheim, el Whitney o el Metropolitan.

Museo Guggenheim Nueva York Museo Metropolitan Nueva York
















Nosotros pasamos por el primero y llegamos hasta las puertas del último, muy justos de tiempo, así que, nos conformamos con ver el edificio, entrar en su recibidor y pulular de lado a lado.

Upper East Side

Pero aquí no acaba el día, con todo lo que se madruga allí, el tiempo se estira como una goma elástica y continuamos el camino. 

Llegamos a la calle W59 que nos lleva directos a la Plaza de Columbus Circle. Para hacerlo, pasamos por Central Park Street, rodeando el parque y por una de las calles donde se encuentran lujosos apartamentos, así como el lugar donde asesinaron a John Lennon.

Central Park desde Central Park Street

Esta Plaza nos llama mucho la atención, pero la luz cae, vamos justos con el tiempo y no nos entretenemos demasiado en ella. Días después volveríamos para inmortalizarla mejor, ya que tiene su trascendencia. Y será en ese día en el que os ampliaremos información sobre la misma. Como anticipo, fijaros dónde apunta el dedo de Colón.

Columbus Circle

Con la luz tocando su fin, a pocos metros de Columbus Circle, no más de 7 minutos, se encuentra el Lincoln Center.

Lincoln Center

Esta plaza, por la noche es tremendamente vistosa. En el Lincoln Center se encuentra un complejo de edificios donde se realizan artes escénicas. Un lugar de trascendencia cultural a nivel mundial. Allí, se encuentra la Metropolitan Opera, la Orquesta Filarmónica, Ballet, Jazz, el David H Koch Theater…

Lincoln Center

Después de esto, decidimos coger el Metro para volver al centro de Manhattan. El domingo ha sido intenso y nos acercamos a cenar al restaurante Bubba Gump, del que os hablamos en la entrada Times Square.

Como imaginaréis, recibimos la cama king size del Hotel del Terror (Pensilvania) como una bendición. Para el día siguiente teníamos más planes preparados, el Distrito Financiero nos esperaba...

¿Tienes planes hoy?

Lincoln Center

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