¡Oficialmente ha empezado el otoño! Sí, tal y como parece, lo decimos con emoción. Algo tiene el otoño que a mucha gente no le gusta, que si es triste, nostálgico… A nosotros nos encanta. Cuando llega el otoño se entra en una etapa de transición donde empiezas a poder cambiar algunos hábitos. Salidas a otras horas, paseos sin calor, cambio de ropa, cambio de luz, transformación de paisajes, la cámara fotográfica se vuelve loca. Y las temperaturas generalmente son suaves, no hace ni mucho frío ni mucho calor. Lo que llevas viendo durante meses comienza a transformarse lentamente…
Además, con el otoño llega el momento de empezar a hacer otro tipo de turismo, largos paseos, escapadas a la naturaleza, la explosión de los hayedos (como los populares Montejo, Selva de Iratí o la Tejera Negra). También podemos retomar la parte gastronómica, asados, comida más elaborada, platos de cuchara como judías y cocidos, que tanto gustan a muchos.
Y hablando de cocidos, famoso es el cocido Maragato, de la provincia de León, concretamente en la comarca denominada de la Maragatería. Hoy, para inaugurar estos tiempos que se avecinan y demostrar que tienen su encanto especial, vamos a acercarnos a Castrillo de los Polvazares, a 6 km de Astorga.
Este lugar que hoy os presentamos podría ser un ejemplo de un paseo otoñal en familia, en pareja, con amigos cualquier día en el que el destino os pille cerca. Declarado conjunto histórico artístico, destaca la estética de esta población, con la piedra rojiza, las calles blasonadas y un pavimento empedrado solo apto para un calzado como la situación requiere, cómodo y plano.
A la entrada del municipio deberéis aparcar el vehículo. El pueblo es completamente peatonal, una calle ancha lo atraviesa de lado a lado, y se abre como una alfombra roja para que disfrutéis de la localidad.
La belleza en general es un concepto totalmente subjetivo. Cuando estamos, además, refiriéndonos a tipo de turismo, esto hace que muchas veces escribamos con cierto temor a elevar las expectativas. Hablamos de entornos rurales que a nosotros nos encantan, no encontraras grandes edificios, ni tumultos, no encontraras museos de obras super reconocidas, ni variedad de tiendas, pero sí otras cosas que no hay en las grandes ciudades. No todos los pueblos son de cuadro, con río, casas, flores, cascadas los 365 días del año. Ni todos pueden ser íntegramente medievales, con su muralla, castillo y plazas soportaladas. En los pueblos vive gente y apreciarlos es apreciar los pequeños detalles que los hace especiales. Ese es uno de los grandes encantos del turismo rural. Son pueblos, pueblos con huellas de su historia, que conservan muchos de ellos símbolos de otra forma de vivir muy diferente a las tuyas, o no. Además los aromas, el enclave, la disposición de las casas, el contacto con el entorno natural y la tranquilidad.
El caso de Castrillo de Polvazares resalta, como os decíamos, simplemente por su presencia. Aparte de la piedra protagonista, destacan las puertas y ventanas de un verde intenso y los recovecos que parecen abiertos al verde que lo rodea.
Por supuesto, muchos se acercan para degustar el famoso cocido maragato, que tiene la peculiaridad de comerse en inverso orden a como lo conocemos universalmente. Se escucha diferentes explicaciones a este hecho, la más dramática está vinculada a la época de conflictos bélicos en donde decían que primero se comía la carne por si había que salir corriendo. Lo cierto, parece ser, que no es eso, sino más bien una explicación basada en la forma de vida de los propios arrieros maragatos. Que tal y como salimos nosotros a la oficina con nuestros tupper, ellos lo hacían con sus porciones de carne fría. Así que, llegado el momento de comer, primero se tomaban su alimento y, para finalizar, el caldo caliente para asentar el cuerpo. Años después ahí está el famoso cocido que se empieza por la carne...
Por supuesto, muchos se acercan para degustar el famoso cocido maragato, que tiene la peculiaridad de comerse en inverso orden a como lo conocemos universalmente. Se escucha diferentes explicaciones a este hecho, la más dramática está vinculada a la época de conflictos bélicos en donde decían que primero se comía la carne por si había que salir corriendo. Lo cierto, parece ser, que no es eso, sino más bien una explicación basada en la forma de vida de los propios arrieros maragatos. Que tal y como salimos nosotros a la oficina con nuestros tupper, ellos lo hacían con sus porciones de carne fría. Así que, llegado el momento de comer, primero se tomaban su alimento y, para finalizar, el caldo caliente para asentar el cuerpo. Años después ahí está el famoso cocido que se empieza por la carne...
Para saber más sobre este municipio os podemos decir que la arriería, comercio nómada entre Castilla y Galicia, era su actividad principal. Ésta, poco a poco, se fue mermando con la expansión de los medios de transporte, concretamente el tren.
Actualmente son menos de cien habitantes y se nutre bastante del turismo, considerándose uno de los pueblos más bonitos de la zona de León que, además, se encuentra, como os comentábamos, muy cercano a Astorga.
Quizá deberíamos haber empezado por Astorga para luego complementar la visita de esa monumental ciudad con el paseo por Castrillo de los Polvazares, mucho más pequeño y menos relevante en cuanto a monumentos, Historia y demás. Pero, qué queréis que os digamos, ha sido ser conscientes de que oficialmente estamos en otoño, que hemos empezado a visualizar los paseos frescos con la luz baja después de una sobremesa cálida, las mañana soleadas, las alfombras de hojas, la chaqueta que da calor y la manga corta que da frío. El olor a naftalina de las cazadoras, la leña humeante, la lluvia intermitente, los rayos anaranjados, las ramas semidesnudas y todo eso nos sabía a rural y naturaleza. Hemos querido dar la bienvenida al otoño porque lo recibimos con ganas, no hay estación triste, solo el plan perfecto para ella.