Pocas veces nos acordamos de que Madrid dispone de un Hipódromo al que poder acercarse algún día a pasar una jornada diferente. De toda la vida, escuchar hablar de carreras de caballos hacia pensar en la divertida película de los Hermanos Marx “Un día en las carreras”, para otros, en cambio está estrechamente ligado un ambiente un tanto “pijo” y elitista. Para los amantes del juego y la adrenalina, las apuestas vienen a su mente, y para nosotros simplemente las ganas de hacer algo diferente, ver los bonitos animales que son protagonistas echarnos unas risas y por supuesto entregarnos a la fotografía. Editado en 2016: Además, este año, el Hipódromo celebra su 75º Aniversario.
Con todo esto, hace un par de domingo, aprovechando la época de carreras en la que nos encontramos, nos acercamos al Hipódromo de la Zarzuela, ubicado en la Carretera de A Coruña, km. 8, en Madrid.
Queremos resaltar que en nuestra visita si algo nos quedó claro es que no es tan elitista como lo venden, que es muy divertido y que si alguien pelea por el protagonismo junto a los caballos son los niños, que encuentran en este espacio diversas áreas acondicionadas para su entretenimiento (castillos hinchables, piscinas de bolas, etc), además de espaciosas praderas verdes para juegos. Así que todos aquellos con niños pueden plantearse esta actividad de ocio apta para todos los públicos.
Pero, al hablar del Hipódromo de la Zarzuela, es interesante también echar la vista atrás y sumergirse en su historia y trayectoria. Éste no fue el primer hipódromo que hubo en la capital, de hecho la primera carrera data del s.XIX casi a mediados de 1.800 en Alameda de Osuna, de manos del Duque de Osuna (familia directamente relacionada con El Parque del Capricho, otro rincón del que ya os hablamos anteriormente y os recomendamos visitar) quién se dice que fue el precursor de la introducción de éstas en nuestro país.
Más adelante, en el Paseo de la Castellana, a la altura de dónde se encuentran hoy los Nuevos Ministerios se estableció el hipódromo, donde se celebró el primer Gran Premio de Madrid en 1881. La `ciudad comenzó a crecer, y finalmente acabó siendo derruido en los años 30, cuando ya estaba en construcción el Hipódromo de la Zarzuela en su ubicación actual.
Durante todo este tiempo el hipódromo fue foro de reunión de burgueses, que no solo celebraban carreras hípicas, sino que realizaban exhibiciones aéreas o torneos variados, era un lugar de encuentro social y distinguido.
En los alrededores de la capital, concretamente en Aranjuez, aprovechando terrenos reales se inauguró también el Hipodromo de Legarmejo, que fue cerrado en las mismas fechas que el de La Castellana.
El hipódromo de la Zarzuela comienza su construcción en los años 30 pero, debido a la fatídica Guerra Civil, no abrió sus puertas hasta 1941. Su diseño arquitectónico está basado en el Hipódromo de San Siro (Milán). Sus gradas, en los años 80, fueron consideradas Monumento Histórico Artístico y el recinto, en 2009, Bien de Interés Cultural.
Desde su apertura, comienza su progresivo crecimiento. A pesar de que en los inicios se tuvo que contar con caballos extranjeros, poco a poco, se empieza a crear una amplia afición en el país. Durante los sucesivos años, se van incluyendo mejoras y modernizando el recinto, que cuenta con 109 hectáreas.
En los años 80 se crea la quiniela hípica, y se empiezan a retransmitir las carreras por televisión. Pero la bonanza poco a poco fue tocando su fin. A pesar de que seguía considerándose un recinto prestigioso, la gestión económica comienza a hacer aguas y en 1996 acaba encontrándose en situación de suspensión de pagos, celebrándose la última carrera del s.XX en ese año y dando lugar al cierre.
Desde entonces y hasta el 2005, el hipódromo permanece cerrado. En 2012, fue galardonado con el Primer Premio del Colegio de Arquitectos de Madrid a raíz de las reformas para su reapertura.
Actualmente, como os comentábamos al inicio de la entrada, el Hipódromo es un centro de reunión y disfrute, al que han dotado de una oferta de ocio que se centra en la hípica, pero que está acompañada de otros servicios que convierte en atractivo el lugar para diferentes públicos.
El recinto cuenta con varias alternativas de restauración. (Por un lado se encuentra La Tapa Madrid, donde se pueden degustar tapas por 3 euros, galardonadas con estrella Michelin. Por otro lado, está el restaurante del hipódromo que trabaja bajo menú cerrado, para adulto e infantil, y que el día de nuestra visita, no sabemos si de forma casual o habitual, se encontraba sumido en un caos. Dispone de terraza. No podemos recomendarlo especialmente, la comida no es nada para emocionarse y el servicio, como te pille un poco nervioso, te puede llegar a desesperar.) Editado en 2016: Renovados, llegan al Hipódromo las Food Trucks, la oferta gastronómica que parece extenderse por las ciudades, una experiencia de comida totalmente informal basada en el Street Food. Y por otro lado continua el Restaurante-Cafetería del Hipódromo, que tal y como figura hoy por hoy en su web dispone de carta.
Lo que sí os podemos decir es que por fin… parece que ha llegado el verano. Madrid a veces con el calor es un difícil compañero de ocio pero, en el Hipódromo, aprovechando la nocturnidad o simplemente si sois diurnos y os apetece hacer algo “poco visto” y diferente, podéis encontrar allí una experiencia divertida.
Por supuesto, para nosotros, ir al Hipódromo y no apostar (y eso que no somos amantes del juego) pierde parte de sentido. Desde 1 Euro podéis elegir el tipo de apuesta que queráis realizar y, cuando los caballos tocan meta, gritar y emocionaros por vuestro número ganador.
Suelen ser entre 5 ó 6 carreras en el día, separadas por unos 35 minutos cada una, pero el tiempo volará. El Padock, por donde desfilan los caballos, buscar la posición desde la que divisar las carreras (gradas o a pie de pista), el calentamiento, la carrera y la entrega de premios con los jockeys triunfantes, os tendrán danzando de lado a lado en un ambiente de diversión y adrenalina.
Lo repetimos muchas veces, pero Madrid, sofocante o helado, masificado y ruidoso, impersonal a ratos, tiene tantas opciones diferentes para hacernos sonreír, tantos lugares para descubrir, que si tenemos la oportunidad no debemos dejarlos escapar…
Se escucha el galopar, algún relincho, gritos, al fondo un perfil con el joven skyline de la ciudad, y entre medias el verde del Monte del Pardo… estamos en el Hipódromo de Madrid, un lugar con Historia, con altos y bajos, que te abre las puertas para poder formar parte de su vida.
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