La provincia de Soria está pendiente de descubrir para muchos de los habitantes de la Península Ibérica. Camuflada muchas veces en una imagen castellana, ha pasado indiferente para el turismo durante muchos años. Pero Soria tiene “maravillas” que la convierten en un lugar muy atractivo para poder disfrutar de nuestro tiempo de ocio.
El Cañón del Rio Lobos se encuentra a unos 60 km de Soria capital, la entrada al mismo se puede hacer por la localidad de Ucero. En nuestra pequeña escapada establecimos como campamento base la localidad de Vinuesa, a unos 45 km del cañón, debido a la proximidad que tenía a la Laguna Negra.
El paraje que conforma este cañón es de grandísima belleza. Desde mediados de los años 80 este espacio fue declarado Parque Natural.
El agua es el principal protagonista de las formas y colores que adquiere este espacio. Durante años la erosión de las lluvias y del propio río Lobos han contribuido a crear formas y fenómenos naturales muy especiales.
Las paredes del cañón, por tanto, albergan colores que varían, en función el mineral que forma la roca, desde el tono rojizo del óxido hasta un tono calizo blanquecino. Y en ellas numerosas aves anidan cada año. Así, durante el paseo o ruta, encontramos imágenes impresionantes con sus vuelos espías desde las alturas. Vuelos vigilantes con los que protegen el entorno con cautela.
Para los amantes de las aves el Cañón del Rio Lobos aúna un espectáculo por la cantidad de variedad que hay en él. Recomendamos llevar prismáticos para poder disfrutar de la vida en libertad de todas ellas. Aparte del buitre común, ave que más abunda a lo largo de los 25 km del parque, podemos encontrar, entre otros, alimoches, búhos, lechuzas, águilas reales y culebreras.
Seguir el camino que forma el propio cañón resulta muy sencillo. Desde la entrada al parque por la piscifactoría de Ucero, y tras dejar el vehículo estacionado, una pista forestal guía la entrada al cañón y, así, comienza un paseo apto para todos los públicos, luego está en cada uno decidir hasta dónde quiere llegar. Esta ruta al completo albergaría unos veintitantos km, pero el encanto de la misma no se encuentra en un punto definido como otras, que tienen una cascada, un mirador, etc. .. Esta es una ruta para que cada uno ponga la meta donde desee ya que la belleza está en cada paso.
Hay que tener en cuenta que se trata de una ruta lineal. El río Lobos nace en la provincia de Burgos (Hontoria del Pinar) y discurre hasta Soria, zona donde principalmente se realizan la mayor parte de los paseos por el cañón. Así que, si se deseara hacer al completo sería recomendable ir con dos vehículos para no tener que volver sobre tus propios pasos. El camino más habitual suele ser desde el aparcamiento en la zona de Ucero hasta el Puente de los 7 Ojos y vuelta, unos 20 km en total.
Sea como fuere la duración del recorrido escogido, tened en cuenta que no presenta ningún tipo de dificultad y en cambio ofrece una experiencia totalmente recomendable, ya sea durante una hora como durante seis.
Como acostumbra ocurrir en Semana Santa el tiempo sorprende, pocas veces para bien, y la mayoría para mal. Esto ocurrió una vez más en nuestra visita, a medio camino descargó una tormenta, con unas bolas de granizo, que nos hizo entender perfectamente a qué se refiere eso de la “erosión” del agua en el Cañón del Rio Lobos… Minutos antes lucía un sol tímido que, al menos, nos dejó disfrutar durante unas tres horitas de ese entorno natural.
El primer punto relevante que uno se encuentra en la ruta es la Ermita de San Bartolomé. Un lugar totalmente pintoresco al ver como el edificio, dicen que de origen templario, se integra con el entorno natural. El interior de la ermita, del s. XIII, permanece cerrado todo el año, a excepción del día 24 de agosto, que se celebra una romería y entonces es visitable.
Y es que alrededor de este edificio es habitual que se congregue muchísima gente. Se encuentra tan solo a un par de kilómetros desde la entrada del parque y en Semana Santa había mucho “ambientillo”.
A 700 metros de la ermita se puede divisar la Gran Cueva, una oquedad accesible fruto del paso del tiempo y la caricia del río a la roca. De hecho, la peculiaridad del cañón está en que la roca caliza se va disolviendo con el paso del agua creándose formaciones que le imprimen ese carácter especial.
Es fácil encontrar a lo largo de todo el recorrido nenúfares y eneas sobre las aguas, algo que siempre me ha parecido que contribuye a darle un aspecto romántico a los paisajes.
La vegetación la constituyen árboles y arbustos que en más de una zona resaltan por el contraste de la piedra con los verdes vivos de los meses que acompañaban una incipiente primavera. Mucho pino, plantas silvestres, sauces…
En nuestra escapada, bastante populosa, no encontramos, aparte de las aves, ningún otro animalillo, aunque por allí habiten mamíferos de tamaño medio como el jabalí o el corzo y pequeños como el conejo, la liebre, ardillas, etc…
Hace unos años, un eslogan turístico decía “Soria, ni te la imaginas”, podría haber estado dedicado personalmente a nosotros, que no imaginábamos en estas tierras encontrar lugares tan variopintos entre otros como la Laguna Negra, Calatañazor, Medinaceli... Turismo en el que se viaja de la mano la historia, el arte y la naturaleza.