Orbaneja del Castillo, a pesar de su nombre, no tiene castillo, en cambio, rodeada de lo que parecen torres de defensas que ha formado caprichosamente la propia naturaleza, parece protegida de todo en el entorno del Cañón del Río Ebro. Este fenómeno natural, fruto de la erosión del viento y del agua, es uno de los elementos claves de este lugar del que hoy os hablamos y en el que os retamos a que perdáis la mirada buscando formas imposibles, entre ellas, dos “populares camellos besándose”…
Nuestra visita fuera de temporada alta no hacía presagiar que es un pueblo turístico en otros momentos del año. Apenas unos poquitos habitantes aparecían por las calles en su “quehacer diario”
A pesar de la escasa población, Orbaneja no conoce el silencio, da igual que sea de día o de noche, que haya muchos visitantes, o que solo cuente con sus pocos habitantes, el agua imparable resuena por encima de las voces y algunos ladridos de perros. Su cueva del agua, visible con visita previamente concertada, abre las puertas al caudal de agua que rompe en forma de cascada desde lo alto de la localidad.
Este es uno de los atractivos más "populares" de este lugar; es imposible pasar indiferente ante tal espectáculo. Y el sonido del agua impide mantener una conversación a un tono medianamente normal, como si el caudal quisiera silenciar todo aquello que pueda romper la armonía
Cuando llegas por la carretera es lo primero que encuentras, un salto de agua salvaje que cae desde lo alto. Desde la carretera se ve esa hipnótica imagen, que aun resulta más sorprendente, cuando al mirar al otro lado de la carretera, las pequeñas pozas que surgen de la acumulación del agua son de un verde cristalino que impresiona.
Desde la localidad, de camino a una pequeña ermita se puede ascender en una ruta circular a un mirador maravilloso desde donde se contempla el lugar tan pintoresco en el que se ubica la villa. El paseo ofrece diferentes perspectivas desde la altura del enclave natural y dirige a una zona conocida como “Las Eras de Orbaneja”.
Este lugar alberga los restos del pasado. En una explanada en la que aparece hoy por hoy escaso ganado pastando, numerosas chozas se salpican por el terreno.
Circulares y construidas en piedra servían de refugio a los ganaderos en aquel lugar en el que no había sombras mientras cuidaban de los animales. Las formaciones rocosas que rodean el lugar se han convertido en excelentes alojamientos para los buitres, que acompañan nuestra visita desde el cielo.
Pero Orbaneja del Castillo no es una excepción, en un pequeño radio, en torno al Cañón del Rio Ebro, otras pequeñas localidades albergan paisajes estupendos de los que disfrutar.
Nuestra parada en este municipio fue de paso, camino de Cantabria, ha resultado ser un perfecto anzuelo para atraparnos. Ya estamos buscando nuevas oportunidades para dejarnos enganchar por el encanto de esa zona, por el que las carreteras te hacen bucear en unos paisajes preciosos y un entorno natural increíble. No imaginabamos que un pequeño lugar como Orbaneja del Castillo, pudiera convertirse en un destino tan atractivo para disfrutar de un día estupendo.
En la provincia de Burgos hay muchos encantos, pero si te gustan los lugares sorprendentes, en enclaves únicos, no puedes perderte Ojo Guareña.
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