4 de febrero de 2012

La Plaza de la Paja y el Jardín del Negro de Anglona

Retrocedemos unos siglos atrás, hacia el Madrid Medieval, con sus calles estrechas y tortuosas y su “vida de ayer”. Centramos la mirada en una plaza donde multitud de personas se agolpaban en torno a puestos de comerciantes, el Mercado de la Paja a primera hora de la mañana sonaba imparable, entre frutas y grano se produce la compra venta de los productos. Por la noche, que siempre es complíce de secretos, otro tipo de comerciantes asomaban para vender aguardientes y otra clases de productos.

Plaza de la Paja

La plaza por la que hoy viajamos fue centro de la villa, hasta que Juan II centró su vista en una plaza del arrabal que se transformaría en lo que hoy en día es la Plaza Mayor de Madrid. Pero antes de que esto ocurriera La Plaza de la Paja, bautizada asi por ser el lugar en el que se producía la entrega de paja para alimentar a la mulas de los cleros, era un punto estratégico en la Villa de Madrid.

Queremos viajar de pasado al presente y del presente al pasado. Saborear la Historia del Madrid de los Austrias, dar un salto y trasladarnos al año 2012, donde la Plaza de la Paja, situada en el barrio de la Latina aparece como un remanso de paz y un lugar de encuentro entre las callejuelas de corte medieval que protagonizan el casco histórico de Madrid.

Plaza de la Paja

Tiempo atrás, cuando era centro neurálgico de la villa, los palacetes y las viviendas nobles se asentaron en las inmediaciones de ella. Sin ir más lejos, los mismos Reyes Católicos se instalaron temporalmente en el Palacio Lasso, del que no nos queda prácticamente nada. 

En el presente, conformando la plaza, se encuentran lugares que podrían ser símbolos perfectos de los que esa plaza ha supuesto durante el paso del tiempo.

De la arquitectura noble, queda el Palacio de los Vargas, actualmente rehabilitado como biblioteca municial, un edificio del SXVI (remodelado en el s.XX) pertenenciente a una de las familias más adineradas de Madrid.

Plaza de la Paja
Del papel religioso de la plaza, adosada al palacio y mirando hacia el norte, la Capilla del Obispo. Fue declarada Monumento Nacional en los años 30, está adyacente a la Iglesia de San Andrés, cuya cúpula se divisa desde más de una de las panorámicas que ofrece la plaza. Ha estado bastante tiempo cubierta de andamios pero, actualmente, se puede disfrutar ya de su fachada despejada. Estos dos templos junto con la Parroquia de San Isidro forman un conjunto religioso de gran extensión que estuvo conectado en el pasado. 

La Capilla fue mandada construir por uno de los miembros de la familia Vargas con la intención de que en ella descansara el Patrón de la ciudad, San Isidro Labrador. Su nombre real es Capilla de Santa María y San Juan de Letrán, pero debido al papel de la familia Vargas quien ordenó su construcción acabó por ser conocida como la Capilla del Obispo (uno de los miembros era Obispo de Plasencia) y con este nombre pasea por la Historia. Los restos de San Isidro Labrador permanecieron allí hasta ser trasladados a la Iglesia de San Andrés, no sin haber ciertas disputas que acabaron por tapiar las conexiones internas entre los edificios. Tras el traslado, la familia Vargas decidió emplear la Capilla como panteón familiar y, hoy por hoy, permanece cerrada al público.

Como muestra de la vida de la capital, la plaza nos deja las fachadas típicas de Madrid, de unas seis alturas con balcones alineados que definen muy bien la arquitectura madrileña.

Y además… la Plaza de la Paja esconde un pequeño paraiso de relax. Detrás de un muro de ladrillo se ocultan Los Jardines del Negro de Anglona, pertenecientes al Palacio de Anglona. Pasan prácticamente desapercibidos para el visitante desde la plaza. Situados en la parte más baja, detrás de una pequeña puerta de hierro se descubren 500m2 de jardín de corte nobiliario que, a pesar de haber sido restaurados, mantienen el carácter del s. XVIII, cuando Chalmandier lo diseñó. Se trata de una especie de Jardín colgante que salva el impresionante desnivel que hay entre la Plaza de la Paja y la Calle Segovia, por donde tiempo atrás se encontraba el cauce de un arroyo.

Jardín Negro de Anglona

Abierto al público desde el año 2002, se puede disfrutar si en tu paseo por la Plaza de la Paja tienes la suerte de encontrarte sus puertas abiertas.

Familias nobles habitaron el Palacio de Anglona y fue una de ellas, la perteneciente a la familia Osuna, quien le dio nombre, concretamente don Pedro de Alcántara Téllez Girón y Pimentel, Marques de Javalquinto y Príncipe de Anglona. Relacionado con esta familia resurge en la Historia de Madrid otro rincón de la villa muy bello del que ya os hemos hablado y que os recomendamos si no lo conocéis: El Parque del Capricho.

Jardín Negro de Anglona

Volviendo al Palacio y los Jardines, construido el edificio en el S.XVI, ocupa una manzana completa. La Historia está llena de idas y venidas, manos que lo cogen y lo dejan… hasta que queda abandonado durante muchos años y a finales de los 80 unos empresarios abren un restaurante llamado el Negro de Anglona en sus dependencias.

Restaurante Negro de Anglona
A partir de ese momento las ventanas quedan cubiertas con cortinas negras y pesadas, el interior se viste con luces malvas y el resultado es una decoración sorprendente de manos de Luis Galliussi, en  la que se mezclan estilos . Su cocina es mediterránea-fusión asiática. Asi es como aparece este local en las inmediaciones de la plaza . Aprovechamos para mencionarlo y dejaros alguna imagen por la originalidad que desprende y el ambiente agradable que se respira. (Editado en 2013, el restaurante cerró en este año)

La Plaza de la Paja en sí misma está rodeada de locales en los que poder tomarse algo. En el momento que las temperaturas son llevaderas, mesas y sillas ocupan parte del espacio central, quedando salpicada de terrazas dónde se puede disfrutar de la paz y belleza de un rincón como este en la ciudad. Además, en la propia Plaza de la Paja podréis deleitaros con uno de los pocos restaurantes rusos que hay en la capital que tiene una relación calidad-precio buena, y un interior original, se trata del Restaurante El Cosaco. Cabe mencionar la cercanía de lugares como la Cava Baja donde podréis parar de bar en bar entre vinos y tapas en una de las calles más tradicionales.

Y cuando parece que estamos a punto de acabar de mencionar todos los encantos de este lugar y de este viaje presente-pasado, pasado-presente, queda por disfrutar de lo mejor… Del ocaso madrileño desde la parte más alta de la Plaza de la Paja, cuando el atardecer de la capital se tinta de azules, añiles, rosas y violetas que rozan el mar de tejados del Madrid de los Austrias. Para nosotros uno de los lugares más especiales de la capital para ver como se despide el sol…

¿Tienes planes hoy?

2 comentarios:

  1. Nuevamente, una entrada preciosa. Me ha gustado... porque a pesar de haber paseado, incluso disfrutado de esa plaza con amigos, desconocía la historia del lugar.

    Me encanta como documentáis las entradas.

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  2. y xq no me llevais??? esa plaza es perfecta xa hacer botellón de tónica con limón exprimido un día de verano!! jejeje!!!! una maravilla!!!!

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