7 de febrero de 2012

Ruta Valle de Arán: de la Cascada de Uhels deth Jòeu a Artiga de Lin

Entre dos
En el verano de 2011 hicimos un gran descubrimiento del que ya hemos hablado en otras ocasiones. Nuestra escapada a los Pirineos Catalanes, estableciendo nuestro campamento base en Vielha, nos ofreció tantas sorpresas y un abanico de posibilidades tan amplio para disfrutar del tiempo de ocio, que no descartamos volver este año.

Hoy vamos a compartir una pequeña ruta circular bastante popular y de dificultad baja que no os dejará indiferente. Con tan solo 90 metros de desnivel y apenas 3 kilómetros podréis disfrutar de un paísaje de excepción. Un circo glaciar y una preciosa cascada son los dos grandes protagonistas. Iniciamos el paseo de La Cascada de Uelhs deth Joèu a Artiga de Lin en el Valle de Arán.

Artiga de Lin

Se trata de un paseo apto para realizar por todos los públicos, solamente hay que tener ganas de llenarse la caja torácica de aire limpio y la mirada de paisajes bonitos.

Hay que dirigirse al municipio de Es Bordes, desde allí encontrareis la señalización para aproximarse con el vehículo hasta una zona donde se puede estacionar, si alguien desea ir andando desde el municipio se trata de unos 8 km más o menos.

Cascada de Uelhs deth JoèuComo comentábamos, esta mini-ruta es circular, nosotros la comenzamos desde la zona de la cascada. Desde el área de estacionamiento tan solo hay que descender unos metros para encontrar de forma accesible como brota el agua de la tierra marcando el nacimiento del rio Joeú.

 La cascada de Uhels deth Jóeu resulta impresionante. Pocas veces se encuentra de una manera tan accesible algo similar.  En los años 30, Norbert casteret, a través de un experimento vertiendo una especie de colorante inofensivo en el agua,  descubrió que estas aguas provienen del glaciar del Aneto en el Valle del Bensaque (Huesca) y viajan subterráneas durante unos 4-5 km hasta aparecer con fuerza, casi como si fuera leche, justo en ese punto. Los caprichos de la naturaleza y sus fenómenos permiten que ocurran cosas como estas.

Frente a ella puedes permanecer tanto tiempo como desees, viendo y escuchando como el agua corre infinita. Luego solo hay que cruzar el puente y ascender por una especie de escalones hasta el sendero que marca el camino. La vegetación en esta parte es densa, se nota la humedad al respirar. Es tremendamente relajante encontrar en el mes de agosto paisajes así de verdes.

Valle
Valle de Arán












El paseo resulta gratificante, sin pendiente, el camino dirige hasta la Artiga de Lin, una pradera extensa rodeada por las montañas, que en el momento en el que aparece ante tu vista es un un lugar idílico y de ensueño. Imaginarlo con las cumbres nevadas hace que se presente como una postal en el pensamiento. Cualquier estación en este lugar debe ser perfecta.. el invierno con la nieve, la primavera con el deshielo, el verano con esos cielos intensos y el otoño en tonos rojizos.

Artiga de Lin

Este es un lugar ideal para deleitarse, parar y dejarte embriagar por la naturaleza en todo su esplendor, respirar, extasiarse con un paraje como aquel, inmortalizarlo para cuando desde la distancia, un día como hoy podáis trasladaros con el recuerdo.

Artiga de Lin

Rodeado de altas cumbres pirenaicas como Forcanada, Malh dera Artiga… esta pradera, en la que el tercer domingo de julio se celebra una romería, no es otra corsa que un circo que se convierte en una parada imprescindible si visitáis el Valle de Aran.

Artiga de Lin

Una ruta sencilla, que no llega ni a ruta, prácticamente es un paseo, que permite acercarse a lugares especiales a senderistas y a personas que no acostumbran a adentrarse en la naturaleza, pero que a través de este camino circular podrán divisar paisajes que pocas veces están tan accesibles.

Desde allí y a pocos kilómetros, un montón de lugares más os esperan. De los Pirineos resultan parajes infinitos y que nosotros esperamos seguir descubriendo.

¿Tienes planes hoy?

Cascada de Uelhs deth Joèu

4 de febrero de 2012

La Plaza de la Paja y el Jardín del Negro de Anglona

Entre dos
Retrocedemos unos siglos atrás, hacia el Madrid Medieval, con sus calles estrechas y tortuosas y su “vida de ayer”. Centramos la mirada en una plaza donde multitud de personas se agolpaban en torno a puestos de comerciantes, el Mercado de la Paja a primera hora de la mañana sonaba imparable, entre frutas y grano se produce la compra venta de los productos. Por la noche, que siempre es complíce de secretos, otro tipo de comerciantes asomaban para vender aguardientes y otra clases de productos.

Plaza de la Paja

La plaza por la que hoy viajamos fue centro de la villa, hasta que Juan II centró su vista en una plaza del arrabal que se transformaría en lo que hoy en día es la Plaza Mayor de Madrid. Pero antes de que esto ocurriera La Plaza de la Paja, bautizada asi por ser el lugar en el que se producía la entrega de paja para alimentar a la mulas de los cleros, era un punto estratégico en la Villa de Madrid.

Queremos viajar de pasado al presente y del presente al pasado. Saborear la Historia del Madrid de los Austrias, dar un salto y trasladarnos al año 2012, donde la Plaza de la Paja, situada en el barrio de la Latina aparece como un remanso de paz y un lugar de encuentro entre las callejuelas de corte medieval que protagonizan el casco histórico de Madrid.

Plaza de la Paja

Tiempo atrás, cuando era centro neurálgico de la villa, los palacetes y las viviendas nobles se asentaron en las inmediaciones de ella. Sin ir más lejos, los mismos Reyes Católicos se instalaron temporalmente en el Palacio Lasso, del que no nos queda prácticamente nada. 

En el presente, conformando la plaza, se encuentran lugares que podrían ser símbolos perfectos de los que esa plaza ha supuesto durante el paso del tiempo.

De la arquitectura noble, queda el Palacio de los Vargas, actualmente rehabilitado como biblioteca municial, un edificio del SXVI (remodelado en el s.XX) pertenenciente a una de las familias más adineradas de Madrid.

Plaza de la Paja
Del papel religioso de la plaza, adosada al palacio y mirando hacia el norte, la Capilla del Obispo. Fue declarada Monumento Nacional en los años 30, está adyacente a la Iglesia de San Andrés, cuya cúpula se divisa desde más de una de las panorámicas que ofrece la plaza. Ha estado bastante tiempo cubierta de andamios pero, actualmente, se puede disfrutar ya de su fachada despejada. Estos dos templos junto con la Parroquia de San Isidro forman un conjunto religioso de gran extensión que estuvo conectado en el pasado. 

La Capilla fue mandada construir por uno de los miembros de la familia Vargas con la intención de que en ella descansara el Patrón de la ciudad, San Isidro Labrador. Su nombre real es Capilla de Santa María y San Juan de Letrán, pero debido al papel de la familia Vargas quien ordenó su construcción acabó por ser conocida como la Capilla del Obispo (uno de los miembros era Obispo de Plasencia) y con este nombre pasea por la Historia. Los restos de San Isidro Labrador permanecieron allí hasta ser trasladados a la Iglesia de San Andrés, no sin haber ciertas disputas que acabaron por tapiar las conexiones internas entre los edificios. Tras el traslado, la familia Vargas decidió emplear la Capilla como panteón familiar y, hoy por hoy, permanece cerrada al público.

Como muestra de la vida de la capital, la plaza nos deja las fachadas típicas de Madrid, de unas seis alturas con balcones alineados que definen muy bien la arquitectura madrileña.

Y además… la Plaza de la Paja esconde un pequeño paraiso de relax. Detrás de un muro de ladrillo se ocultan Los Jardines del Negro de Anglona, pertenecientes al Palacio de Anglona. Pasan prácticamente desapercibidos para el visitante desde la plaza. Situados en la parte más baja, detrás de una pequeña puerta de hierro se descubren 500m2 de jardín de corte nobiliario que, a pesar de haber sido restaurados, mantienen el carácter del s. XVIII, cuando Chalmandier lo diseñó. Se trata de una especie de Jardín colgante que salva el impresionante desnivel que hay entre la Plaza de la Paja y la Calle Segovia, por donde tiempo atrás se encontraba el cauce de un arroyo.

Jardín Negro de Anglona

Abierto al público desde el año 2002, se puede disfrutar si en tu paseo por la Plaza de la Paja tienes la suerte de encontrarte sus puertas abiertas.

Familias nobles habitaron el Palacio de Anglona y fue una de ellas, la perteneciente a la familia Osuna, quien le dio nombre, concretamente don Pedro de Alcántara Téllez Girón y Pimentel, Marques de Javalquinto y Príncipe de Anglona. Relacionado con esta familia resurge en la Historia de Madrid otro rincón de la villa muy bello del que ya os hemos hablado y que os recomendamos si no lo conocéis: El Parque del Capricho.

Jardín Negro de Anglona

Volviendo al Palacio y los Jardines, construido el edificio en el S.XVI, ocupa una manzana completa. La Historia está llena de idas y venidas, manos que lo cogen y lo dejan… hasta que queda abandonado durante muchos años y a finales de los 80 unos empresarios abren un restaurante llamado el Negro de Anglona en sus dependencias.

Restaurante Negro de Anglona
A partir de ese momento las ventanas quedan cubiertas con cortinas negras y pesadas, el interior se viste con luces malvas y el resultado es una decoración sorprendente de manos de Luis Galliussi, en  la que se mezclan estilos . Su cocina es mediterránea-fusión asiática. Asi es como aparece este local en las inmediaciones de la plaza . Aprovechamos para mencionarlo y dejaros alguna imagen por la originalidad que desprende y el ambiente agradable que se respira. (Editado en 2013, el restaurante cerró en este año)

La Plaza de la Paja en sí misma está rodeada de locales en los que poder tomarse algo. En el momento que las temperaturas son llevaderas, mesas y sillas ocupan parte del espacio central, quedando salpicada de terrazas dónde se puede disfrutar de la paz y belleza de un rincón como este en la ciudad. Además, en la propia Plaza de la Paja podréis deleitaros con uno de los pocos restaurantes rusos que hay en la capital que tiene una relación calidad-precio buena, y un interior original, se trata del Restaurante El Cosaco. Cabe mencionar la cercanía de lugares como la Cava Baja donde podréis parar de bar en bar entre vinos y tapas en una de las calles más tradicionales.

Y cuando parece que estamos a punto de acabar de mencionar todos los encantos de este lugar y de este viaje presente-pasado, pasado-presente, queda por disfrutar de lo mejor… Del ocaso madrileño desde la parte más alta de la Plaza de la Paja, cuando el atardecer de la capital se tinta de azules, añiles, rosas y violetas que rozan el mar de tejados del Madrid de los Austrias. Para nosotros uno de los lugares más especiales de la capital para ver como se despide el sol…

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