… Y cerca del mar… porque yo.. nací en el Mediterráneo, nací en el Mediterráneo… (Joan Manuel Serrat)
Cuando podemos, nos gusta acercarnos a admirar ese mar que Joan Manuel Serrat hacía propio en su hermosa canción Mediterráneo, con recuerdos de infancia, aromas y sabores. Algo tiene que tener el lugar del que hoy vamos a hablar para inspirar una canción tan bella. Fue allí, dónde este cantautor la dio vida, en la Costa Brava, salvaje y cristalina, envuelta en acantilados y azules infinitos. Concretamente en un municipio pesquero que parece sacado de un cuadro, nos referimos a Calella de Palafrugell.
A veces cuando hablamos de determinados lugares lo hacemos con miedo, las visitas generalmente van acompañadas de momentos especiales y estos pueden contribuir a idealizarlo. No sé si es el caso, pero hacía mucho tiempo que no estábamos de noche en un lugar tan bucólico, parece un escenario colocado para enamorar…
Pero antes de eso, ubiquemos este pequeño paraíso. Calella de Palafrugell pertenece al Bajo Ampordá (Baix Ampordá), a unos 55 km de Gerona (Girona), y a una distancia similar de Tossa de Mar. Se trata de una pequeña localidad del litoral, que rezuma aroma pesquero. Sus casas blancas se agolpan alrededor de la orilla. Sobresale la torre de su iglesia, Sant Pere, sobre las suaves formas de los tejados anaranjados.
Desde la lejanía, un montón de pequeñas barcas salpicadas reposan más lejos de la orilla de lo que parece. Así, un pequeño suspiro de recuerdos viene a la mente, como si nos evocara el paseo por Cadaqués de un par de años atrás… Pero enseguida se siente como cada una de las localidades tiene personalidad propia…
En la orilla de la playa principal, llamada Port Bo, conviven con total naturalidad las pequeñas barcas pesqueras con grupos de personas que leen, charlan, juegan al borde o dentro de esas aguas claras, con fondos habitados por piedras de mil formas y peces a tropel. La arena no es de las que forma parte de los sueños caribeños de muchos, blanca y fina, es una arena más salvaje, más gruesa y que quizá sea la responsable de la transparencia de sus aguas.
Cuando podemos, nos gusta acercarnos a admirar ese mar que Joan Manuel Serrat hacía propio en su hermosa canción Mediterráneo, con recuerdos de infancia, aromas y sabores. Algo tiene que tener el lugar del que hoy vamos a hablar para inspirar una canción tan bella. Fue allí, dónde este cantautor la dio vida, en la Costa Brava, salvaje y cristalina, envuelta en acantilados y azules infinitos. Concretamente en un municipio pesquero que parece sacado de un cuadro, nos referimos a Calella de Palafrugell.
Desde la lejanía, un montón de pequeñas barcas salpicadas reposan más lejos de la orilla de lo que parece. Así, un pequeño suspiro de recuerdos viene a la mente, como si nos evocara el paseo por Cadaqués de un par de años atrás… Pero enseguida se siente como cada una de las localidades tiene personalidad propia…
Calella de Palafrugell, mucho más apartado de las aglomeraciones del turismo, reparte por sus callejuelas blancas un carácter más tranquilo. A pesar de ello, nos encontramos en el mes de agosto música típica del lugar y personas agolpadas observando como otros tantos bailaban sincronizadamente la sardana. Recorrer sus calles se convierte en un paseo agradable, la artesanía se salpica entre los comercios y la gente se entretiene y disfruta.
El ocaso en Calella de Palafrugell nos regaló una panorámica preciosa de la localidad. El ambiente al atardecer alegre, desenfadado y tranquilo resultaba muy agradable. En la primera línea del mar varios locales de restauración ofrecen su gastronomía típica en la que poder degustar pescados variados escuchando como el agua, a la que canta Joan Manuel Serrat, entona su melodía al romper delicadamente en la orilla.
Quizá ayudó también la luna llena, que esa noche quiso multiplicar su presencia en el cielo, redonda, apareciendo en el mar con reflejos imposibles. Era como un montón de piezas que se engranan hasta formar un ambiente mágico.
Nos pareció una localidad encantadora, en la que, por cierto, el primer sábado del mes de julio se celebra la Cantada de Habaneras, en Port Bo, sobre las barcas, en la que se reúne multitud de personas para disfrutar de esta tradición que en 2012 cumplirá su cuadragésimosexto aniversario, y cuyo origen se remonta a la vuelta de muchísimos catalanes que, durante el s. XIX, emigraron a Cuba. En su repertorio no falta el considerado, ya casi, himno marinero La Bella Lola, en el que el público levanta sus pañuelos. Y asi, Calella de Palafrugell vuelve a estar salpicada por la música.
Quizá ayudó también la luna llena, que esa noche quiso multiplicar su presencia en el cielo, redonda, apareciendo en el mar con reflejos imposibles. Era como un montón de piezas que se engranan hasta formar un ambiente mágico.
Nos pareció una localidad encantadora, en la que, por cierto, el primer sábado del mes de julio se celebra la Cantada de Habaneras, en Port Bo, sobre las barcas, en la que se reúne multitud de personas para disfrutar de esta tradición que en 2012 cumplirá su cuadragésimosexto aniversario, y cuyo origen se remonta a la vuelta de muchísimos catalanes que, durante el s. XIX, emigraron a Cuba. En su repertorio no falta el considerado, ya casi, himno marinero La Bella Lola, en el que el público levanta sus pañuelos. Y asi, Calella de Palafrugell vuelve a estar salpicada por la música.
Como también lo estuvo la tarde-noche de nuestra visita, no solo con las sardanas que comentamos anteriormente, también después, cuando un saxofón solitario, al borde de una playa nocturna entonaba melodías para dejarse engatusar. En esos momentos olia a mar y, junto con las notas musicales, sonaban risas y conversaciones distendidas… un ambiente que podría ser… el sueño de cualquier noche de verano… Y que nosotros firmábamos ahora mismo porque, si pudiéramos, se convirtiera en el sueño de una noche cualquiera de nuestra vida…