Empezamos el año 2011 hablando de un lugar con mar, eso que en general a los madrileños nos hipnotiza. Ya se sabe, siempre se desea lo que no se tiene, y el mar es algo tan especial… Para acabar el año, en cambio, vamos a hacerlo en nuestra ciudad, que a pesar de no tener el mar vivo, tiene la vida en lo que muchos consideran inerte, el asfalto, las calles, los edificios, los coches… todo eso de lo que a veces se habla como con desprecio pero que está habitado por multitud de personas que imprime de un carácter especial a la ciudad.
Concretamente, nos vamos a acercar a un lugar que en estas fechas en pueblos y ciudades es protagonista, porque si algo nos gusta, y más concretamente a los españoles, es celebrar las fiestas comiendo y bebiendo, bien en casa, o bien fuera, quedar con nuestros seres queridos y brindar, por los sueños y deseos para los tiempos venideros, con un vino, una cerveza, una tapa… Esto, hoy por hoy, se puede hacer dentro del mercado. En su lucha por sobrevivir muchos de ellos se han reinventado.
Así que, reivindicando las costumbres nacionales, rindiendo homenaje a las fiestas, a la ciudad y al mercado… Nos acercamos al renovado Mercado de San Antón en Madrid que ha reabierto sus puertas en el año 2011.
Para encontrarlo tenemos que dirigirnos a la C/Augusto Figueroa 24, ubicada en uno de los barrios que ha sufrido en los últimos 15 años una transformación impresionante, hablamos de Chueca. De la decadencia a ser una de las zonas de Madrid más valorada y cuidada, con multitud de oferta en restauración, comercio y vida nocturna que sabe convivir perfectamente con el carácter residencial en el que confluyen diferentes generaciones.
El mercado de San Antón se presenta como un sólido edificio de ladrillo, similar a un cubo irregular que ha despertado opiniones muy diversas en cuánto a la estética se refiere. Su ubicación hace de este recinto un espacio al que no se acerca tanto el turismo, es más un reclamo para muchos madrileños, no tanto como mercado, sino como centro de picoteo, tapeo y exquisiteces.
El Mercado de San Antón ha renacido con un criterio ecológico, la luz penetra en el edificio dotándolo de una sensación de amplitud. Multitud de placas solares contribuyen al desarrollo sostenible en este edificio. Su suelo es de material reciclado, basalto fundido. Al entrar, sorprende la distribución arquitectónica, tres plantas visibles y un único techo por donde entra la luz para las tres. Unas escaleras mecánicas en el centro, unos cuadros que decoran las altas paredes y dotan el espacio de un aire urbano y vanguardista que rompe con el sobrio diseño exterior.
Se divide en tres plantas, cada una dirigida a una función diferente aunque todas vinculadas a través de la gastronomía. Además de un supermercado en el semisótano y 80 plazas de garaje.
En la primera planta, encontramos lo que vendría a representar el clásico mercado reorientado a la modernidad, los productos gourmet y ante todo una gran variedad de materia prima. La disposición de una docena de puestos, aproximadamente, que conforman este espacio es muy atractiva, y sus expositores aun más. Carnicería, pescadería, frutería, puestos especializados en hamburguesas, panes, etc., convierten la primera planta de este mercado en un paseo atractivo y sugerente para los sentidos. En este espacio, el público es variado, desde curiosos observadores hasta vecinos con sus carros de la compra, todos se entremezclan y agolpan en torno a los productos…
En la segunda planta la degustación es la protagonista. Una barra rodea los puestos, que van desde los productos estrella de la gastronomía nacional, hasta los de carácter internacional (griego, asiático, italiano). El carácter cosmopolita de la ciudad permite una convivencia entre todos. Y es aquí donde el público se acumula pidiendo pequeños bocados acompañados de la bebida favorita. Además, en este segundo nivel, el Mercado cuenta con un espacio dedicado a la oferta cultural, donde se organizan exposiciones, talleres, etc… la llamada Sala Trapezio.
La tercera planta recoge el restaurante de la Cocina de San Antón. Desde aquí, la oferta es variada, desde menús relativamente económicos de cocina de mercado, hasta la llamada “show-cooking” y “take away”, términos que se están poniendo de moda y que, personalmente, no nos hace demasiada gracia utilizar con la de vocabulario que tenemos en nuestro idioma. Básicamente, el primer termino se refiere a que tienes la posibilidad de, en la primera planta, comprar el producto que quieras degustar y, arriba, te lo cocinan con su guarnición, salsas etc… la segunda opción es comida para llevar. Allí, además, una azotea deja vistas de tejados unidos en la gran ciudad y cuando el tiempo lo permite resulta un espacio codiciado para disfrutar de una tranquila noche madrileña, cenando o con una copa.
Hablar del Mercado de San Antón entendido como el mercado clásico con el que hemos crecido y que, por cierto, nos encanta, no sería fiel a la realidad. En los clásicos, los puestos de pescado, carne y verduras suelen convertirse en una paleta de colores y aromas que en cualquier otro lugar por su intensidad igual podrían resultar desagradables, pero allí no. La gente rodeando los puestos, intentando fijar su vista en las mejores piezas. La tensión en la espera del turno propio, donde se podría cortar con cuchillo el momento en el que el “dependiente” pronuncia “¿Siguiente?”… y comienzan los susurros, los codos, las prisas… el regateo, el “dámelos buenos”, las conversaciones que surgen entre desconocidos unidos por un objetivo común, comprar lo mejor al mejor precio y que no se lo quite el de enfrente, etc… eso no lo encontrarás en San Antón, pero sí, la recuperación de un Mercado que tuvo fuertes problemas estructurales, que estuvo muchos años cerrado, que se fue quedando oscuro con el barrio… abandonado y triste.
El Mercado de San Anton se convierte en un foro nuevo donde se reúnen madrileños y algunos turistas, en sus aun recién estrenadas instalaciones (apenas 6 meses) se dejan enganchar por delicatesen que emborrachan paladares. Es acercarse a ese pequeño templo del pecado y dejarse conquistar por la más perversa… la gula, ese pecado capital.
Es observar como la ciudad se reinventa intentando huir de la fuerza que imponen las grandes superficies y el imán que tienen los extrarradios, dotando el centro y barrios como Chueca, de lugares atractivos, diferentes, cosmopolitas para el disfrute de todo aquel que pise (de forma caduca o perenne) Madrid.
De hecho, en los últimos tiempos son varios los mercados que se han recuperado, uno de los primeros y más conocidos es el Mercado de San Miguel. Pero también podemos destacar el Mercado de San Ildefonso.
De hecho, en los últimos tiempos son varios los mercados que se han recuperado, uno de los primeros y más conocidos es el Mercado de San Miguel. Pero también podemos destacar el Mercado de San Ildefonso.
EL final de año se merece un brindis, bien sea por todos aquellos premiados por sus favores, o bien por los maltratados por sus horrores porque por fin se va. Pero, sobre todo, un brindis por estar aquí para ver cómo se va uno y viene otro… poder sonreír a las sorpresas que nos esperan…
¿Por qué no brindar allí? Nosotros queremos hacerlo con vosotros, desearos un feliz año 2012 desde este pequeño rinconcito, que espera seguir contando batallitas.