Los Pirineos Catalanes y, más concretamente, el Valle de Arán en Lérida (Lleida), han sido todo un descubrimiento para nosotros. Una experiencia totalmente revitalizante y depuradora de cuerpo y mente. Y lo mejor, adictiva, porque ya estamos pensando en que queremos volver.
Elegir cuál sería el primer destino de los visitados sobre el que hablaríamos ha sido complicado, entre los pueblos típicamente pirenaicos (Vielha, Salardú, Arties, Valle de Boí) y las excursiones a ese entorno natural (Parque Nacional de Aigüestortes, Cascada de Uhels de Joeu y Artiga de Lin, Salto del Pish...), todos ellos dotados de recursos impresionantes, nos hemos decantado por un paseo que une Pla de Beret con el Santuario de Montgarri y que durante 12 km (ida y vuelta) te adentra en un paisaje de excepción.
Pla de Beret se encuentra a unos 1.860 metros de altitud. Los remontes de la Estación de Baqueira Beret, en el mes de agosto, estaban vacios y, lo que en invierno debe ser un manto de nieve, esquies, gorros, gafas y bufandas, en verano se había convertido en una amplia y vasta extensión de pastos, en el que se escuchaban resonar numerosos cencerros y relinchos del ganado vacuno y equino que paseaba y descansaba con total tranquilidad.
Desde Pla de Beret parte la ruta. Se debe estacionar el vehículo en el amplio aparcamiento que hay en la explanada. Nosotros realizamos la ruta por la tarde, por lo que en el trayecto no encontramos prácticamente a nadie. Fue una sensación muy especial sentirte tan solo en la montaña.
La llegada hasta Pla de Beret a través del puerto de la Bonaigua puede tornarse en algún momento inquietante. Acostumbra la niebla a jugar con nuestras intenciones y volvernos inseguros acerca de si deberíamos, o no, seguir ascendiendo hasta Pla de Beret. Y es que a las nubes les gusta quedarse inmóviles a medio camino, de manera que taponan el ascenso. Dos intentos hicimos por subir, y en el segundo fue en el que descubrimos que, a pesar del encapotamiento inicial, las cumbres se encontraban despejadas y soleadas. Esto al final sumaba puntos, porque ¿A quién no le gusta viajar sobre las nubes?
Una vez aparcados es fácil desorientarse… ¿Por dónde empieza la ruta?
El acceso al camino que dirige al Santuario de Montgarri, donde también hay un refugio y a pocos metros los restos de un pueblo abandonado en los años 60, se puede realizar bien por una pista habilitada para vehículos 4x4, o bien por una senda para peatones.
Para aquellos que quieran realizar la ruta en coche, deberán hacerlo en un vehículo apropiado (4x4) por la senda habilitada para los mismos. No se recomienda, si no es de estas características circular por el camino, aunque nos consta que hay quien lo hizo y llegó. La senda se encuentra habilitada para vehículos de esta tipología solo a partir del mes de mayo, y lo que no recordamos es hasta qué mes del otoño. Nosotros íbamos con la intención de dar un paseo y optamos por hacer el camino a pie siguiendo la senda libre de tráfico.
La mejor forma de encontrar un lugar de toda la vida ha sido preguntando. Y no será porque no llevábamos todo bien apuntado, pero una vez allí, entre tantísimas praderas, la vista se perdía entre llanos y cuernos...
Según se llega al Pla, hay que dirigirse al aparcamiento, concretamente, al fondo a la izquierda. Ahí comienza la senda… Es difícil ser más explícito en un lugar donde no tenemos más referencias en nuestra memoria que pastos y caballos, y potros, y más pastos… y vacas y más llanuras…
Desde ese punto no hay pérdida, únicamente se trata de seguir la senda marcada por el paso de tantas personas, que se adentra en bosques de pino negro, que deja a los lados pequeños arroyos, y que discurre al lado del Río Noguera Pallaresa que nace en el propio Pla de Beret.
El desnivel de esta ruta es aproximadamente, de Pla de Beret a Montgarri, de unos 250 metros de bajada a la ida y a la vuelta de subida. Es una ruta que no plantea ningún tipo de dificultad y que, sin contar con paradas, se haría de dos horas y media a tres.
La ruta puede hacerse bien de forma circular, descendiendo por la pista peatonal y ascendiendo por la pista por la que circulan vehículos todo terreno, o bien, como hicimos nosotros, ida y vuelta por la senda peatonal. Sea como fuere, por ambos caminos la distancia es similar.
Discurre entre más y más laderas, naturaleza que al fondo está decorada por el perfil de montañas y, en aquella tarde de agosto, un sol justiciero que hacía que el verde fuera más verde y el cielo más azul. Costaba creer que a tan solo unos metros la niebla cubría todo el paisaje…
Y mientras caminas hacia allí, al echar la vista atrás ves como el dibujo del camino aparece y se esconde entre pequeños desniveles, dejando la estela del lugar del que partes.
En ese momento, en el que acompañan los ruidos de la naturaleza, es en el que es importante saber hacia que lugar nos dirigimos.
El origen del Santuario de Montgarri data del siglo XII, cuando a un pastor se le apareció en aquel lugar la virgen de forma repetida. La actual apariencia arquitectónica de la construcción, en cambio, es del s.XVI.
Montgarri, en 2009, apenas tenía censadas 6 personas. Considerado uno, si no el que más, de los pueblos con una temperatura media anual más baja de toda España, y ubicado en un enclave excepcional para la vista, pero complicado para la supervivencia, en los años 60 se vio condenado al abandono. Hoy quedan unas simbólicas bordas y la protección por parte de la Generalitat del espacio que conformaba este núcleo rural, que durante años sobrevivió de su agricultura y ganadería.
Al lado del Santuario está el refugio, y desde unos metros antes de la llegada al mismo se dispone de una panorámica bucólica. Como en una vaguada que forma el terreno se asienta, acariciado por el Río Noguera Pallaresa, entre las montañas y los pastos, este “especial lugar”.
La luz de la tarde le daba un aire más nostálgico al paisaje pirenaico. Alguna persona descansaba con los pies en el río, pero había muy poco tránsito. Y de nuevo la paz era la protagonista.
Parece ser, por lo que hemos leído, que esta es una ruta muy transitada. Desde nuestra experiencia este pasado verano, nosotros no nos encontramos nada más que a la ida con alguna persona que ya regresaba, y a la vuelta con tres personas que iban. Quizá el realizarla por la tarde pudo colaborar a que la experiencia no se convirtiera en una travesía de multitudes, no lo sabemos, pero si no fuera por haberlo escuchado antes, pensaríamos que era una ruta “casi desconocida para el mundo” (y no es así).
Y tras el disfrute solo quedaba la vuelta, que como os comentamos, realizamos por el mismo camino que fuimos. El ligero desnivel, que se da en los primeros metros de vuelta principalmente, se hace algo más pesado, pero mientras das cada paso el santuario se va haciendo chiquitito, chiquitito, y el río parece un fino hilo reflejo de un sol que cae…
Al deshacer los pasos y dejar a tu espalda Montgarri, de nuevo, las laderas y los bosques visten el camino hasta empezar a escucharse los cencerros que dejamos al principio de nuestra excursión, avisándonos que ya estamos llegando a Pla de Beret.
Las nubes han subido, y la niebla se muestra mucho más cercana. Al atardecer, y al mirar a nuestro alrededor, aquello parece el Cielo, a pesar de que las leyendas digan que en Pla de Beret se celebraron múltiples akelarres. Todo lo que le rodea nada tiene que ver con un escenario macabro… es un paisaje idílico donde apetece llenarse los pulmones del aire fresco de la montaña.
Al fondo queda escondido el Santuario de Montgarri, pero te llevas la experiencia de una tarde maravillosa de paseo, fotografía, charla, deleite, placer y, porque no decirlo, cansancio, pero del que gusta, de ese que cuando llegas a cenar, tras una ducha, se te llena la boca y se te dibuja una sonrisa en la cara más sonrosada de lo habitual, y dices… “Oye, pues estoy cansada ¿Eh?” - y quieres más… - “¿Dónde vamos mañana?”
¿Tienes planes hoy?