No podemos negarlo, tenemos cierta debilidad por Cantabria. La “Tierruca” está llena de recursos que satisfacen nuestros deseos; montaña, mar, gastronomía, clima. Siempre existe una opción para disfrutar de los días nublados, lluviosos y soleados (que los hay, y más de los que dicen)…
Liérganes, uno de los últimos descubrimientos en una Cantabria para nosotros buena amiga, nos ha dejado un dulce sabor de boca que hoy queremos compartir.
El río Miera pasa por el municipio, rodeado de los Valles Pasiegos, las laderas y el verde intenso que colorea el lugar es uno de sus encantos característicos.
Esta localidad, que no llega a los 3.000 habitantes, alberga en su Historia hechos significativos que han marcado sus pasos en el tiempo. Uno de ellos imprimió una prosperidad económica reseñable a partir del s. XVII, siendo cuna de la la primera Fábrica de Artillería, municiones y piezas de hierro colado conocida en España y que trajo grandes beneficios al lugar.
En el s. XIX la construcción del Balneario, aprovechando la calidad de la aguas del manantial La Fuensanta, fue otro reclamo para la atracción del turismo de clase alta, que eran los que podían permitirse disfrutar de estos “grandes lujos”. Esto promovió la construcción de infraestucturas para dar servicio a los nuevos visitantes.
Liérganes se divide en barrios. El paseo por sus calles refleja una arquitectura de piedra con numerosas casas señoriales que se entremezclan con otras de arquitectura popular, de manera que se puede pasear entre escudos tallados en la piedra y balconadas de madera decoradas con flores de colores vivos.
El Barrio del Mercadillo quizá sea el máximo exponente de ese tipo de vivienda noble. La casa de los cañones o la casa Rañada Portilla visten con esplendor el paseo por sus calles…
Cinco años después, en la bahía de Cádiz, aparecía un extraño ser observado por pescadores que despertó la curiosidad de los mismos por su raro aspecto. Tras unos cuantos intentos por atraparle lo consiguieron y descubrieron un ser de apariencia humana con una cinta de escamas en el torso y otra que cubría la columna vertebral. Sus dedos se encontraban unidos por membranas, su piel era pálida y el pelo rojizo. No hablaba, no mostraba emociones, tan solo pronunciaba la palabra “Liérganes”.
Llegó a todos los rincones tan sorprendente suceso, hasta que lo escuchó un joven montañés, quien reconoció el municipio por tener familiares en él. La Inquisición confirmó la existencia de la localidad, y llenos de curiosidad acercaron al “espécimen” hasta el lugar, donde fue reconocido por su madre y hermanos.
Exorcismos y miles de intentos por devolverle a su estado natural fueron empleados sobre él, pero se limitaba a comer y no mostrar ninguna reacción emocional.
Nueve años después de su llegada al lugar natal desapareció de nuevo en el mar sin que se volviera a saber de él…
Hoy en día hay varios homenajes a esta leyenda, destaca la escultura que descansa bajo el Puente Mayor de Liérganes, un puente de apariencia romana pero construido en el S.XVI, y que ofrece una imagen de excepción por la belleza que emana el paisaje. Las vistas hacia un lado del mismo muestran el molino y Los Picos Busampiro (Tetas de Liérganes).
Es fácil entender por qué esta villa fue condecorada en los años setenta como Conjunto Histórico Artístico. El paseo por la localidad se convierte en un concierto de bonitas imágenes. Liérganes suele formar parte de una ruta por los valles pasiegos, pudiendo ser punto de partida o destino final de los mismos. Sea como sea, es una de las visitas imprescindibles de Cantabria, para dar un paseo y dejarse deleitar por la tranquilidad y bonitas vistas que desde muchos de sus rincones se pueden disfrutar.