Tras la llegada el día anterior, nos despertamos muy pronto los dos, los biorritmos aún no se han acondicionado al nuevo horario y, a pesar de que no llevábamos muchas horas durmiendo, para nuestro cuerpo eran las 3 de la tarde. Allí solo las 7 de la mañana.
Al mirar por el ventanuco del Hotel del Terror, a muchos metros de altura del suelo, vemos, y hasta se escucha lejanamente, que la vida ahí fuera ha empezado.
Antes de poner un pie en el ecosistema que teníamos por moqueta, miro debajo de la cama, no estoy aún segura de que esta habitación no tenga mascota también. Después, llega el shock de enfrentarte a ese baño de postguerra.
Decidimos ducharnos casi con los ojos cerrados, bajar el nivel de exigencia, así que tras hacerlo, vestirnos y coger las fotocopias de los pasaportes (los originales no los llevamos), nos echamos a la calle a buscar algo que desayunar.
Los puntos más relevantes del día serían los siguientes:
Los puntos más relevantes del día serían los siguientes:
¿Cómo os lo explicamos? Hacía un día precioso, tras atravesar la puerta giratoria del hotel, enfrente, el Madison Square Garden, en medio de Manhattan, te encuentras con la selva urbana. Llevábamos mil mapas, apuntes, anotaciones, pero todo en modo caótico, no os vamos a engañar.
La llegada a una ciudad nueva siempre es desconcertante. Si esa ciudad, además, está fuera de tu país, es inquietante, no digamos si está fuera de tu continente. Si en esa ciudad se habla una lengua diferente a la tuya, es raro. Si, además, de ser diferente tú no la dominas, empieza a ser temerario. Si esa ciudad es Nueva York… lo que ocurre es que el primer día, a primera hora, estás tan alucinado que la mandíbula se te cae a los pies , se te dilatan las pupilas y los párpados no responden…. Mientras, te das cuenta que entre ruidos de coches y sirenas lo que más de escucha es “Don’t block”.
¡Madre mia! qué obsesión con que no te interpongas en salidas de emergencias, pasos de cebra, puertas de tiendas, el metro, por favor ¡Qué estrés! Que allí dónde te pares te aparece una cabecilla diciendo ”don’t block, don’t block”. No era consciente de lo felices que vamos por la vida aquí, que nos paramos en cualquier lugar ¡somos unos irresponsables!. Allí, es que no tiran ni un papelito al suelo en las puertas, pero no por limpieza, sino por no bloquear la salida. Tienen los protocolos de seguridad totalmente interiorizados.
En la 7 Av, que es donde estábamos nosotros, no sabemos si ir hacia la derecha a la izquierda. Tomamos el camino hacia la derecha y buscamos un lugar donde desayunar. Tras varios desayunos descubrí, al menos yo, que el café que tenía que tomar era uno de moka y vainilla sin azúcar. Nos tomamos unos muffins y comenzamos con un día loco en el que caminamos sin parar dirección Times Square, para verla de día (aquí os comentamos nuestra experiencia en este lugar).
Esos primeros pasos por Manhattan son impresionantes, los rascacielos con esas fachadas rectilíneas, para unos recién llegados, son impactantes. La vida en la calle está al 100%, los taxis amarillos, esos camiones que ves por primera vez y te parecen trailers en medio de una ciudad. Mucho ruido, no sabemos muy bien donde mirar, ni qué decir, solamente sonreimos.
Con la luz del día, Times Square es menos apabullante, se agradece. Observamos lo que habíamos visto la noche anterior y empezamos a disfrutar muchísimo. A hacernos fotos divertidas, a relajarnos y acercarnos a casi todas las esquinas como dos crios.
Tomamos dirección a la 5 Av. La famosa y popular 5 Avenida de Manhattan. Una avenida comercial llena de escaparates, a cuál más llamativo, que cruza la isla de Norte a Sur.
En no demasiado tiempo llegamos a la Catedral de St Patrick, sita en la misma calle y frente al Rockefeller Center.
El contraste del edificio religioso neogótico de mármol entre rascacielos, edificios espejados y el tráfico del lugar resulta impactante. No habíamos visto nunca hasta el momento cómo se integran elementos arquitectónicos tan dispares. Es la catedral católica de estilo neogótico más grande América del Norte. Fue construida a finales del s. XIX. Entramos en su interior, la visita es gratuita.
El contraste del edificio religioso neogótico de mármol entre rascacielos, edificios espejados y el tráfico del lugar resulta impactante. No habíamos visto nunca hasta el momento cómo se integran elementos arquitectónicos tan dispares. Es la catedral católica de estilo neogótico más grande América del Norte. Fue construida a finales del s. XIX. Entramos en su interior, la visita es gratuita.
A la salida, cruzamos la calle para acercarnos a la Plaza del Rockefeller y Rockefeller Center. Dadas las fechas, finales de octubre, aparte de empezar a encontrar algunas calabazas (Halloween) durante el viaje, nos encontramos que acaban de montar una de las conocidas pistas de patinaje con vistas a la Navidad.
En la propia Plaza Rockefeller hay una tienda de Lego curiosa si os apetece verla. En ese momento nuestra intención no es aún subir al Top of the Rock, es el primer día en la ciudad y queremos pasear y orientarnos un poco, así que retomamos la 5 Av. y seguimos recorriéndola.
Nos paramos en varios escaparates, algunas firmas conocidas y demás, pero nuestra intención tampoco es comprar, no tenemos la mente para compras. Es más la ansiedad de ver, y mirar, y ver, y mirar, seguir encontrando cosas en el camino.
Nos vuelve a llamar la atención un nuevo contraste en medio de la avenida, otro edificio, St Tomas Church, parece haberse colado entre la modernidad. No entramos en su interior y continuamos por la larga 5 Av..
El siguiente lugar emblemático que aparece ante nuestra vista es el The Trump Tower, un edificio característico que nos pareció mucho más bonito en directo que en fotografía. Con nuestro equipo fotográfico, que entonces era aún más reducido, no nos caben los edificios, acabamos en posiciones imposibles en medio de la multitud intentando meterlos en el encuadre sea como sea…
A todo esto, mientras paseamos por esta larga avenida, nos da tiempo a fijarnos en detalles neoyorkinos impactantes y que irán aumentando cada día. En este primer día, empezamos a darnos cuenta que hay infinitos tipos de vehículos para el cuerpo de policía. Camiones, motos, coches con culo, sin culo, tipo pick up, “carritos de golf”… La flota automovilística alcanza infinitos modelos diferentes, a los que a muchos. así a priori, no les vemos utilidad y, en alguno dudamos que los polis ni siquiera entren...
En Nueva York, existe un trozo de Muro de Berlín, parece que está ligeramente escondido, pero si tenéis curiosidad, caminando por la 5 Av., debéis girar en la calle 53 y, antes de llegar a Madison Av, pegado a Paley Park.
Paley Park es un parquecillo, precioso, con una fuente, destinado a fumadores, aunque no había casi nadie, lo encontraréis. Un rincón curiosos y muy agradable para sentarse un poquito y retomar energías, aparte de ver ese cachito de la Historia en el Muro de Berlín.
Volvemos a la 5 Av. y la cruzamos, por azar, entramos en una calle, la 52, en la que encontramos un edificio muy curioso. Nos llama la atención y lo fotografiamos pero no llegamos a alcanzar exactamente qué es. Cosas del destino, que justo el día que volvimos a Madrid de este viaje, al mediodía pusieron la peli de “Un día inolvidable” y salió este edificio y lo que era… El Club 21, un restaurante.
Que por cierto, esa es otra, cuando vuelves de Nueva York, te puedes ver cualquier película, buenas, malas. De hecho, las comedias románticas son un filón, porque tienen imágenes de todos los topicazos neoyorkinos y, como tú acabas de volver, todo te hace tanta ilusión que te da igual de que vaya la película. Este efecto, además, puede durar bastante meses, para desgracia de las personas que ven una peli contigo y constantemente les dices, “mira, mira, ahí estuve yo” y te miran con cara de “animalico, que no sabe salir de casa…”.
Continuamos por la calle 52 hasta su cruce con la 6 Av. La llamamos así porque es como la llaman allí, a pesar de que, a mediados del s. XX, su nombre fue cambiado oficialmente por la Av. de las Américas. Al pasear por ella veréis carteles con los dos nombres. Seguimos caminando por la 6 Av., en este caso como retrocediendo por nuestros propios pasos. Tenemos que comer, se acerca la hora.
Llegamos hasta Broadway a la altura casi de Times Square. Madre mía, Broadway, ahora volvemos a ver el Nueva York que siempre imaginas en estado puro.
Los carteles que anuncian los espectáculos se reparten por todas partes y parecen colocados con mimo, en un desorden ordenado, que crea una estampa perfecta. Esa imagen se ha quedado en nuestra mente.
Las comidas no recordamos exactamente cómo las hicimos, tuvimos mucha ensalada de McDonalds, que por cierto, hay uno en cada manzana, es una cosa exagerada. Otros días comimos en algún lugar así, de comida rápida también. Y se nos mezclan días con días, salvo en los que hicimos algo más especial que os los iremos diciendo. Así que suponemos que éste, que era el primer día, acabaríamos en un McDonals del lugar.
Lo que sí recordamos claramente es que sabíamos que en Broadway hay una tienda de M&M que queríamos visitar. Allí cogimos una bolsa enorme que nos acompañaría toda la semana como postre a nuestras comidas.
La tienda se presta a sacar tu lado más infantil, tiene infinitas chorradas relacionadas con los chocolatitos de colores y, como te sientes tan feliz y desinhibida, posas con los peluches, los caramelos, las tacitas, en fin…
Esto es lo que tiene también Nueva York que te da juego para sacar tu lado más divertido e informal.
Tras darle un buen meneo a los chocolates, con energía en el cuerpo, nos dirigimos hacia The New York Pulic Library, la Biblioteca, pegadita a Bryant Park. Este parque, a finales de octubre, se convierte en una pista de patinaje sobre hielo, que en nuestra visita estaban montando.
Este espacio ha sufrido muchas transformaciones a lo largo de la Historia hasta llegar a la apariencia actual, donde se puede ver a los neoyorkinos relajados disfrutando de su tiempo libre. A finales de los 80, era un espacio conflictivo donde se traficaba con droga, pero su rehabilitación ha convertido este espacio en un lugar realmente agradable desde donde se ve la Biblioteca Pública a la que nos dirigimos.
Volvemos a nuestra época de estudiantes cuando entramos dentro de este precioso edificio. Merece la pena entrar en su interior y visitarla, nosotros dedicamos un buen rato a la misma y hacer un poco el payaso y plasmarlo en fotografías ¡Que no vamos a compartir aquí! Es una de las bibliotecas más importantes del mundo, en su interior alberga más de 3 millones de libros. Es importante que tengáis en cuenta que los domingos permanece cerrada.
El ambiente en los exteriores es tranquilo, hay bastante gente que entra y sale. Nos llama la atención que encontramos a lo largo de todo día, alrededor de muchos rincones, sillas, mesitas, bancos donde sentarse, puestos aleatoriamente, y que motivan a que los ciudadanos disfruten de la ciudad con comodidad. Nosotros, no queremos ser menos y hacemos una pausa en el camino.
Nuestro siguiente destino es la Estación Central. Como veis el día da de sí pero, claro, es que desde las 7:30 en la calle, da para mucho, sobre todo ,si te pilla lleno de ganas.
Es importante saber que se nota enseguida la caída de la luz, al estar en una zona llena de rascacielos y edificios de gran altura, la luz en el momento que pierde verticalidad entra con mayor dificultad.
Camino de la estación nos encontramos con uno de los rascacielos más bonitos de la ciudad, el edificio Chrysler. Es el tercer rascacielos más alto de la ciudad, destaca por su estilo Art Deco. Durante el primer año de su construcción contó con el privilegio de ser el rascacielos más alto del mundo, con esa aguja de 60 metros que lo caracteriza sobre su cúpula. Se encuentra en la Av Lexintong con la calle 42. Desde luego es uno de los edificios favoritos para neoyorkinos y visitantes, destaca su elegancia.
La Estación Central (Grand Central Terminal) la hemos visto tantas veces en películas, se encuentra en Park Av. con la calle 42. Es la estación con mayor número de andenes del mundo. Podemos deciros que en el momento que entramos en su interior, sentimos un microclima. Qué calor, igual era la metabolización de los M&M, no lo sabemos. El recibidor principal nos hace casi sentirnos actores de alguna película.
Paseamos por ella, encontramos en su interior las taquillas, marquesinas, bajamos a algún andén para ver cómo son. Nos encontramos con alguna cafetería, una especie de mercado. Es como un segundo mundo concentrado en la impresionante estación.
La verdad que el calor no disminuye y decidimos salir un rato y que nos dé el aire. Hemos estado en tantos sitios que nos hemos venido arriba. Paseamos por Manhattan con una soltura y una alegría. Ni nos hemos planteado en todo el día coger un medio de transporte, como si estuviéramos en cualquier capital de provincia.
Miramos el mapa y nos damos cuenta que no estamos muy lejos de los edificios de las Naciones Unidas ¿Por qué no ir?
Y con esa soltura, entre foto y foto, en uno de esos edificios espejados que tanto se ven por la zona decidimos hacernos una autofoto con nuestro reflejo. Nos ponemos agarrados, poniendo caras, apuntando al espejo. Posturitas, gestos, moñadas… disparo de foto, otro disparo, hasta que vemos una sombra que se mueve… sí… detrás del espejo un grupo de personas miraba nuestro lamentable espectáculo y nos saludaban…
Así que, compañeros, cuidado con los reflejos imposibles, cuidado cuando penséis que nadie os ve, en Manhattan, en cualquier lugar no solo os pueden estar viendo, sino descojonandose de vosotros. Devolvemos el saludo sonrientes, intentando no parecer afectados, lo mejor es fingir que somos alemanes, italianos o de cualquier otra nacionalidad, ante todo, defender la dignidad del espíritu español… y proseguimos el camino.
Bajamos por la 42 hasta la 1 Av. donde se encuentran los edificios de Naciones Unidas. Los visitamos por fuera. Y, cuando miramos el reloj, nos damos cuenta de que ahora sí que tenemos que acelerar.
Y es que los viernes por la tarde, de 16.00h a 20.00h, la entrada al MOMA (Museum of Moderm Art) situado West 53rd St, es gratuita. Así que nos dirigimos para allá, caminando, como no…
En el trayecto, callejeando, descubrimos más imágenes de Manhattan, las disfrutamos y empezamos a notar algo de cansancio.
Una vez que estamos en el MOMA, la cola es larga, por supuesto, mucha gente sabe que es gratuito, pero va bastante rápido. Merece la pena, aunque de los gustos personales de cada uno y las exposiciones temporales del momento. Está permitido realizar fotografías,eso sí, las mochilas tendrán que quedarse en consigna. A nosotros nos pareció al menos curioso e interesante.
En el MOMA se nos hizo de noche, por supuesto, a la salidamse nos ofrece la noche neoyorina. Ahora, las calles las iluminan los faros de los coches, sobre todo, taxis y los edificios.
Paseando, nos vamos acercando hacia la zona del hotel, cogemos de nuevo la 5 Av, y en ella buscamos una tienda conocida por una película Big, dónde está el popular piano, FAO Schwarz, hace esquina con la 58. Cualquier disculpa es buena para acercarnos a un lugar donde poder hacer un poquito más el cabra.
La verdad, el piano nos decepcionó, eso sí, con ganas me habría hecho un paseito por encima de sus teclas pero, claro, vi que la edad máxima que paseaba por ahí no era superior a los 5 años. Eso me hizo reflexionar y dió un poco de luz a nuestras vidas.
Independientemente del piano, la tienda, si tienes un lado infantil en tu interior, te gustará, es que es enorme y tiene de todo. Como te pille un poco animado es un filón para hacerte un album fotográfico para la posteridad e intimidad (si quieres que la gente te siga tomando en serio). Grandes momentos en su interior…
No nos queda aliento para mucho más, ni piernas, ni casi vida. Cenamos, eso seguro ¿El qué? No lo sabemos, un espacio en blanco en nuestra memoria nos impide recordar qué clase de comida de clase baja, eso seguro, metimos al cuerpo, pero nos fuimos a la cama a retomar energías…
Al día siguiente había que madrugar, para empezar, un ferry nos esperaba.
Impresionante la crónica de este viaje. Me está encantando
ResponderEliminarGracias
Muchas gracias! Nos alegra mucho...
EliminarUn saludo,
;-)
Gracias por esta crónica. Viene muy bien y es muy amena.
ResponderEliminarMe esta encantado vuestra crónica!! ademas nos vamos dentro de 1 mes y me ayuda a organizar mi planning :) nosotros entre otras cosas...vamos a casarnos en Central Park ^^ . Silvia
ResponderEliminarHola!
Eliminar¡Qué bonito lugar para casarse! Seguro que será un viaje inolvidable. Muchas gracias por el comentario, nos alegramos de que el diario os esté siendo de ayuda.
Un saludo ;-)
Me encanta!!! Quiero seguir leyendo =)
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