Y por fin… llegó el día tras los preparativos... ¡Nos vamos a Nueva York!
En el aeropuerto de Barajas estamos eufóricos, decidimos que tenemos que aguantar las 7 horas de viaje despiertos para adaptarnos al nuevo horario que nos acompañará durante la próxima semana. El avión salía en torno a las 6 de la tarde de un jueves en Madrid, con lo que llegaríamos allí a las 2 de la mañana, hora española, 6 de la tarde de Nueva York.
Para no variar, el vuelo sale con retraso. El viaje no se hace excesivamente largo, vemos un par de pelis, música, lectura, cenamos dos veces y llegamos al aeropuerto.
Teníamos la incertidumbre de si nos pararían o no en el control de fronteras. No tenemos ninguno de los dos un típico apellido latino, pero “el que no escribe” pensó, ¿Para qué afeitarme, si desde hace un par de años soy metrosexual? Esa barba medio incipiente, esa foto que me gasta en el pasaporte y el color de piel tostaillo a mí me preocupaba. Yo creo que se salvó por ir acompañado de alguien tan celestial como yo…
Como comentamos en las entradas introductorias, llevábamos el transporte contratado, tanto a la ida como a la vuelta, así que buscamos a la salida a algún señor que llevara el cartel de nuestro tour-operador. Desde este instante hasta que conseguimos montar en la furgoneta pasa hora y media o algo más. El motivo fue que otros compañeros de viaje sí fueron retenidos durante un rato y les tuvimos que esperar. Si a eso le sumamos que en el listado a nosotros nos habían ubicado en otro hotel… El resumen es que pisamos el Hotel Pensilvania a la 1 de la mañana neoyorquina.
El traslado fue en una furgoneta, con la nariz pegada al cristal, a pesar del cansancio acumulado, no podíamos dejar de fijarnos en las luces de mil colores.
Y sí, finalmente llegamos al Hotel del terror, y nos pasó todo lo que os contamos en esta entrada, que si no lo habéis leído se resume en una habitación terrorífica que no cumplía con los mínimos requisitos de salubridad. Así que nos encontramos en nuestro primer momento en Nueva York pidiendo en inglés, con más de 24 horas de vigilia y a una señora con cara de pocos amigos, un cambio de habitación, porque en esa que nos habían dado no estábamos solos, venía con mascota.
Tras conseguirlo, lo normal habría sido meternos en la cama pero no, no fue así. Teníamos que ver algo más, no nos conformábamos, asi que, como estaba muy cerca del hotel, de madrugada nos fuimos andando a Times Square. No llevamos ni cámara ni nada, solo queríamos verlo, dejarnos invadir por la ciudad que nunca duerme y, posteriormente, caer inconscientes en la cama.
Aprovechamos esta entrada para hablaros de Times Square en general, lo que podéis encontrar allí y nuestras impresiones.
Ni mucho menos es el lugar que más nos ha gustado, pero hay que reconocer que lo de Times Square es alucinante… Según vas caminando de noche, en la distancia, se ve un halo de luz que forma una nebulosa blanquecina en el cielo.
Por supuesto, los primeros pasos por las calles de Nueva York son impresionantes, te ves tan pequeño. De madrugada, con tanta luz y ruido, te sientes desorientado, minúsculo y a la vez muy emocionado.
Times Square es el gigante de la publicidad, con todos nuestros respetos, algo que como atracción es impresionante pero que, a nivel estético, a nosotros nos parece una “horterada” (dicho desde el cariño). Es apabullante porque, aparte de mil colores, no son luces estáticas, no, son luces inquietas que se mueven, sonidos, anuncios, es como un escenario publicitario inmenso donde no sabes qué mirar.
En este lugar confluyen Broadway y la Séptima Avenida. Es un centro neurálgico que se ha convertido en uno de los símbolos más conocidos de la ciudad, donde celebran, además, el final y entrada de cada año. Su nombre original no era éste pero, dado al asentamiento del periódico “The Times” en un edificio de lugar, acabó siendo bautizado como Times Square.
Hoy en día, es un lugar que no te transmite inseguridad ninguna, pero hace unos 15-20 años, se había convertido en un foco de prostitución y delincuencia. Bajo nuestra experiencia en el presente es una atracción turística, llena de teatros, restaurantes, tiendas…
Comentaros de Times Square un restaurantes en el que comimos, nos lo recomendó nuestra amiga y es curioso, no porque destaque gastronómicamente, aunque no está mal, más por todo lo que lo rodea. Se trata del Bubba Gump, homenajeando a Forrest Gump, curioso, divertido, con sus carteles de run, forest run.. para llamar a los camareros. Sus cocktails son muy conocidos, aunque nosotros no debimos acertar, todavía tengo los labios arrugados de la sal y tequila. Un lugar totalmente informal para comer “comida americana” como la conocemos. Además míticas empresas se encuentran en Times Square, a nivel financiero NASQAD o el estudio ABC.
En el centro de Times Square, encontraréis un recinto con carteles rojos que pone TKTS . Allí, podéis adquirir entradas para los famosos musicales de Broadway con descuentos considerables. Veréis las colas. Si vais a estar varios días, merece la pena que probéis suerte, porque cada día salen un número de entradas limitadas con una rebaja importante. Suelen ser las entradas que no se han vendido anticipadamente para la función del día. Para los que le interese este tema de TKTS, comentaros que hay otro establecimiento con menos gente en South Seaport (Downtown).
Times Square… piensas que cuando estés allí no será extraña para ti, ha formado parte de tu vida. Has crecido con películas en las que este lugar era el decorado, con sus luces…. pero, cuando llegas, no te parece real, es como más grande, aún más luminosa, mucho más ruidosa. Al ponerte en el centro de la plaza es cuando piensas, ”es verdad, estoy en Nueva York, existe, no se lo han inventado, es una ciudad real”….
Luego, te das cuenta que Nueva York es mucho más, muchísimo más que Times Square, que el ruido y el ajetreo, que esa luz multicolor tiene mucho más encanto, y es más impresionante cuánto más la vas viendo y viviendo, y si nos ponéis, casi cuanto más silenciosa es…
Por hoy es suficiente, nos retiramos con mucha emoción, sueño, algo desorientados y llenos de expectativas para la semana que nos quedaba por delante. Para empezar, al día siguiente recorreríamos el centro de Manhattan.
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